Narra Victoria
Entré a la habitación con mucho cuidado. No quería despertar a Mía, quien dormía arropada de pies a cabeza.
La habitación estaba helada.
Me quité los zapatos en silencio y me acosté a su lado.
Ella suspiró entre sueños.
—¿Cómo te fue?... ¿La enana se portó bien?
Pensé... si supieras.
Respondí con una voz suave.
—Sí... sabes que ella es muy atenta.
Mía solo murmuró algo como "descansa, Vic",
—Descansa tú también, Mía.
Me giré de lado, mirando hacia el techo.
No quería ocultarle cosas a mi gemela... pero es que ni yo misma sabía qué acababa de pasar.
De seguro fue el vino.
Mañana regresábamos a Tailandia, por fin.
Extrañaba a mi familia.
No me atreví a responderle a Song cuando me dijo te amo, pero sentí algo... algo tibio, intenso, una presión cálida en el pecho.
Song Armstrong Chankimha... ¿qué me estás haciendo?
Pensar en ella me provocaba algo más que mariposas.
Era como una tormenta suave pero peligrosa que se llevaba todo por delante.
Esa chica loca...
solo vino, se instaló en mi vida...
y arrasó con todo.
Admito que ni en mis sueños más eróticos imaginé hacer todo lo que hice anoche.
Y con ella.
¿Dónde aprendió a hacer eso?
Negué con la cabeza.
No, está completamente loca.
Pero había algo que no podía negar...
me gustó.
Todo.
Suspiré.
No sabía qué iba a pasar mañana.
Lo único que sabía con certeza era que ya tenía novia.
Y estaba bastante loca.
Sonreí y cerré los ojos, dejando que el sueño me envolviera.
A la mañana siguiente, me levanté temprano, me metí a la ducha y, al salir, me miré en el espejo.
Tenía marcas en todas partes.
Huellas de sus besos, de su boca, de su locura.
Sobre todo, en mis senos.
—La voy a matar —murmuré mientras me vestía.
Me puse unos jeans y un buzo de cuello alto.
Nada de escotes. Necesitaba cubrir la evidencia.
—Mía, levántate —dije sacudiéndola un poco.
Ella se quejó como un bebé.
—Otro ratito...
—¿Quieres que te traiga el desayuno aquí?
—No te preocupes. Ve tú a desayunar...
—me miró con medio ojo abierto—, tu novia debe estar esperándote.
Sonreí como idiota.
—Está bien.
Salí de la habitación.
Iba pasando justo por la puerta de Taylor cuando la vi salir.
Se me revolvió el estómago.
—Buen día —dijo ella—. ¿Song está en tu habitación?
La miré con mala gana.
—Eso no te importa.
—No la vi entrenando esta mañana.
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INESPERADAMENTE TU. Freenbecky Gip
Random¡Una noche bastó para cambiarlo todo.! Rebecca Armstrong, fría y reservada no sonreía nunca, jamás pensó que una copa de más la llevaría a enfrentar la maternidad con una completa desconocida: Sarocha Chankimha, alegre, espontánea y destinada a un m...
