Narra Alexa
Charlotte llegó temprano a recogerme. Muy temprano. Tan temprano que mis ojeras aún estaban debatiendo si despertarse o no. Me tiré un poco de perfume y salimos rumbo a la casa Armstrong. Le dije:
—Primero saludamos a Freen... y luego vamos donde Rebecca. Estoy segura de que todavía no se ha ido a trabajar.
Entramos a la casa principal como si fuera rutina, como si no hubiésemos terminado a golpes la noche anterior. Le sonreí a uno de los enfermeros y dije:
—Buen día, venimos a ver a la señora Armstrong.
—Está en el estudio —respondió.
Nos acercamos a la puerta... y justo cuando íbamos a tocar, se abrió.
Y ahí estaban.
Ellas.
BESÁNDOSE como si no hubiera mundo, como si no existiéramos, como si el universo se redujera a esos labios fundiéndose con hambre acumulada de meses. Y lo más cómico —y satisfactorio, lo admito— fue ver a Rebecca tratar de disimular el pequeño gran lío en sus pantalones, justo después de burlarse de mi ojo morado en mi cara. ¡Karma divino, te amo!
Entramos al estudio como si no hubiéramos visto nada. Nada, señora.
Freen, nerviosa y divertida, soltó:
—Chicas... madrugaron...
Charlotte, con su voz de princesa diplomática, respondió:
—Sí, queríamos venir a agradecerles lo que hicieron por nosotras.
Pero claro, la paz no dura mucho en esta casa. El celular de Charlotte sonó. Se alejó un poco para responder, pero su rostro cambió. Primero se puso tensa, luego roja... y después lloró.
Lloró de verdad.
Corrí hacia ella, la abracé fuerte.
—¿Qué pasa? Cálmate.
—No es nada —dijo, limpiándose las lágrimas.
Sí, claro... nada no hace que se te caiga el maquillaje. Pero la dejé respirar.
Y justo entonces, el celular de Rebecca sonó. Ella contestó con voz de cuchillo:
—¿Qué quieres?
Freen la miraba, expectante, alerta.
—¿Que si me voy a ir a prisión? —soltó Rebecca—. Antes te voy a dejar inconsciente. No creas que se me olvidó cómo empujaste a mi esposa. Heidi Jensen, todavía no has terminado de pagar. Te voy a destrozar.
Yo parpadeaba. ¿Esto estaba pasando?
Freen le quitó el celular con esa calma que da miedo y le gritó:
—¡Deja de estar amenazando a mi esposa! ¡Yo soy quien te va a desfigurar la cara, maldita loca! Jamás me metería con alguien como tú. Pruébame, y verás.
Y empezó a reír como villana de telenovela. Yo no sabía si salir corriendo, aplaudirles o esconderme.
—Si te acercas a mi esposa... me vas a conocer enojada.
Yo estaba en modo: ¿Estoy en una película de acción o en una novela coreana?
Volteé hacia Charlotte con un ¡explícame esto ya!
—¿Fue Heidi quien te llamó?
Charlotte asintió con cara de "quiero explotar, pero no puedo".
Después de ese torbellino, llegó Patrick. En cuanto entró, Freen se soltó de Rebecca y corrió a abrazarlo. La escena fue tan intensa que hasta olvidé el drama anterior. Freen lloraba, se aferraba a él como una niña, y entre sollozos dijo:
YOU ARE READING
INESPERADAMENTE TU. Freenbecky Gip
Random¡Una noche bastó para cambiarlo todo.! Rebecca Armstrong, fría y reservada no sonreía nunca, jamás pensó que una copa de más la llevaría a enfrentar la maternidad con una completa desconocida: Sarocha Chankimha, alegre, espontánea y destinada a un m...
