Narra Jane.
Tomar whisky con Rebecca creo que fue una pésima idea. Desperté con un dolor de cabeza insoportable, como si alguien me hubiera partido el cráneo con una botella vacía. Me tomé mi tiempo para ducharme, vestirme y bajar a desayunar, esperando encontrar a Becky para que al menos me sirviera una sonrisa, o un reproche, lo que fuera... pero no estaba.
En su lugar, me encontré con Patrick. Me observó con esa frialdad que lo caracteriza, como si calculara cada palabra que iba a decir.
—Veo que te estás llevando bien con mi hija —soltó sin rodeos, como si fuera una advertencia.
Le respondí con una sonrisa ligera, aún con la resaca colgándome de los párpados.
—Sí, ayer estuvimos en mi habitación tomando whisky.
Patrick sonrió, uno de esos gestos mínimos que siempre me han provocado escalofríos, no de miedo, sino de cálculo.
—Así me gusta. Ella es un poco obstinada, pero sé qué hará lo que le pedí. Solo queda que te des prisa... mi madre me tiene presionado, no sé qué quiere con Rebecca.
Me sostuvo la mirada, como si pudiera leerme las intenciones.
—Jane, se nos acaba el tiempo.
Asentí, con tranquilidad.
—No te preocupes. Ya me iré ganando la confianza de Becky. Muy pronto, ella será mía... y también mi esposa. Así que pierde cuidado. Nadie en su sano juicio va a interferir en nuestros planes.
Reí suavemente, como quien ya ve el éxito asegurado.
—La ventaja que tengo —continué— es que, con lo amargada y malhumorada que es tu hija, ninguna mujer se le acerca.
Patrick bajó la mirada un instante, como si meditara mis palabras. Luego me miró fijo y dijo:
—Quizás tengas razón... pero recuerda que es una Armstrong. Y hay mujeres más inescrupulosas que tú. Así que date prisa.
Chasqueé la lengua y asentí, sin perder la compostura. Claro que había otras, siempre las hay. Mujeres que fingen dulzura, que se visten de víctima y juegan al amor mientras avanzan como serpientes. Yo también sé jugar, y no pienso perder.
Terminé mi desayuno sin decir nada más. Necesitaba pensar con claridad, organizar mis pasos. Los días pasaron y no volví a ver a Becky en la casa. Verifiqué que seguía yendo a trabajar, así que no era que estuviera desaparecida. Simplemente... no quería verme. La muy orgullosa.
Llamé varias veces. Al principio, sin respuesta. Después, claramente rechazaba mis llamadas. Tomé el celular, abrí el chat de WhatsApp y le envié un mensaje...........
Vi el doble check azul. No hay excusas. El celular no está dañado. No está ocupada. Solo me está evitando. Me recosté en el sofá de mi habitación, con el móvil entre las manos y el ceño fruncido. Observé la pantalla, con el nombre de ella brillando en el chat.
—Te voy a dar dos días, Becky... —susurré con la voz baja, cargada de amenaza—. Dos días. Si no me respondes, me las vas a pagar.
Porque una cosa es ignorarme, pero otra muy distinta... es subestimarme. Y nadie subestima a Jane de León... Nadie.
Narra Freen.
los días pasaron casi no nos hablábamos, una tarde después de que Rebecca terminara de lavar los platos, me acerqué despacio. Había algo tenso en el ambiente, como si las palabras tuvieran que pesar antes de salir.
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INESPERADAMENTE TU. Freenbecky Gip
Random¡Una noche bastó para cambiarlo todo.! Rebecca Armstrong, fría y reservada no sonreía nunca, jamás pensó que una copa de más la llevaría a enfrentar la maternidad con una completa desconocida: Sarocha Chankimha, alegre, espontánea y destinada a un m...
