Capítulo Catorce

105K 5.7K 1.2K
                                    

Katherina

El primer pensamiento que tuve cuando descubrí que no sería con Em que iría de paseo, sino que era con Rocco, fue enviarlo al demonio, pero aquello se había convertido en interés demasiado rápido y terminé montada a su espalda mientras él conducía la motocicleta. Lo menos que imaginé fue aquel lugar, era hermoso, la naturaleza, el lago, todo.


—¿Estás dormido?— pregunté, besando la fuerte mandíbula masculina. Rocco deslizó una mano de mi cintura hasta mi trasero mientras una sonrisa tiraba de las esquinas de su boca.


Estar desnuda no era algo que podría hacer así sin ningún pudor, luego de estar desnuda en su regazo, besándonos, me había colocado la camiseta y bragas.


—Aún no te he follado— habló con voz áspera.


Habíamos comido de lo que Em hubo preparado, y luego de ello recostados en una sábana que había en la canasta. Em, ella tenía todo demasiado calculado.


—¿Lo harás?— Rocco abrió los ojos y me observó, aquella peligrosa oscuridad siempre estaba en su mirada.


—Sí, estaré profundamente enterrado en tu cremoso coño y lo amarás, Kath— sus crudas y seguras palabras causaron que mis mejillas se sonrojaran.


—¿Seguro?— ignoré el calor de mi rostro.


—Lo amaste las últimas dos veces— el destello perverso brilló en lo profundo de su mirada, irguió un poco el rostro y me besó en la boca.


—No seré tu puta, Rocco.


—Eres mi mujer, Katherina, no mi puta. Ninguna puta tendrá lo que tú tienes— sus palabras me sorprendieron y la seguridad en sus ojos me cortaron el habla por unos segundos.


—¿Tu mujer? ¿Desde cuándo decidiste eso?— finalmente pregunté.


—Desde que estabas en el suelo, con el rostro lleno de lágrimas y me observaste.


—Sí, eso no fue nada romántico— hablaba de nuestro primer encuentro, ni siquiera estando en aquella situación había sentido miedo de él cuando nuestras miradas se encontraron.


—¿Desde cuándo conoces a Ginna?— la pregunta me tomó por sorpresa, no esperaba que me preguntara aquello.


—Desde que tenía trece años, ella tenía catorce, casi quince. Cuando me escapé del hogar donde el sistema me colocó, nos conocimos. Ella...— antes habría dicho que era buena persona, mas ahora no sabía, no luego de que vaciara mi cuenta bancaria.


—Es una perra— hundió los dedos entre mi cabello, obligándome a inclinar el rostro y luego unía nuestras bocas.


—No la conoces— protesté, separándome.


—Leí su carta, eso es suficiente.


—No tenías ningún derecho— protesté, apoyé las manos en su pecho y me separé para sentarme y alejarme de él.

Loving the Darkness (Dark Wolves MC, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora