Prologo

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Kate

¿Cómo llegue a estar encadenada a una mugrienta piedra dentro de una catacumba rodeada de esqueletos? Ni siquiera yo lo sé con exactitud, solo sé que me subí a un taxi en Praga para dirigirme al aeropuerto después de estar en la boda de Rose, mi mejor amiga y su amado y extraño novio Zoran.

Repase con cuidado lo que recordaba para así explicarme lo que paso… vamos a ver… subí al taxi rumbo al aeropuerto pero el taxista se desvió de la ruta y yo ni enterada ya que no conozco ni un ápice de Praga, cuando el taxista empezó a elevar la velocidad mi alarma interna me decía… no más bien me gritaba que debía salir de ahí, que lo que pasaba no era nada bueno. Con disimulo probé  abrir los pestillos de seguridad pero  estaban cerrados desde el control central, fue cuando me alteré y le pedí al chofer que se detuviera pero este lejos de decirme nada solo subió una ventanilla que lo separaba de mí, no sin antes murmurar algo en checo y lanzarme una sonrisa que me erizo la piel.

Nos alejábamos más de la ciudad y nos adentrábamos más en zona boscosa, nos detuvimos cerca de una entrada cubierta de piedra a la vez que lo pestillos de seguridad se disparaban, no lo dude ni un segundo, salí como una tromba del auto, solo para ser interceptada por un encapuchado  fuera del auto, que me empujo dentro tan rápido a como salí. Me acurruque contra la puerta opuesta al ver sus extraños ojos verme con satisfacción, sus huesudas manos sujetaban una pistola con una jeringa en la cabina y con su sonrisa podrida la acerco a mi cuello, la punzada de dolor se esparció por mi torrente sanguíneo, dando paso a la más insoportable inconsciencia.

Y ahora la oscuridad casi reinaba en toda la catacumba y la poca luz de las velas solo servían para iluminar a las calaveras de forma escalofriante, un fuerte dolor en mi pecho me hizo bajar la mirada, tenía una especie de tubo clavado y succionaba mi energía, la energía caía en una caja de vidrio  en la cual habían esferas que la absorbían volviéndolas de diferentes colores.

Me gire un poco mas esperando ver un poco más del lugar donde me encontraba cautiva, el movimiento me causo una punzada de dolor pero la ignore con tal de ver más. Había varias repisas donde los cadáveres secos me observaban con sus ojos huecos, sonriéndome de forma siniestra, las velas estaban en cada recoveco, su luz tambaleante movía las sombras alrededor de las telarañas e insectos que habitaban el lugar.

El sonido metálico de la puerta me sobre salto un segundo, el carraspeo de un hombre se unió al tintineo de las llaves antes de que las puertas se abrieran, un hombre delgado de mediana edad entro en el recinto, su cabello largo y caoba, caía revuelto alrededor de su cara angulosa, su nariz  se asemejaba al pico de un ave y sus labios eran tan delgados que apenas se apreciaba una fina línea, el hombre levanto la cabeza para verificarme, dándome una buena vista de sus ojos hundidos.

-          Así que al fin la princesita ha despertado -  me dijo sonriéndome con sus dientes podridos

-          ¿Dónde estoy? -  pregunte con la voz pastosa

-          Eso pronto dejara de importar mi deliciosa hada

-          ¿Hada? De que estás hablando tu… desgraciado idiota -  le dije recordando uno de los dos únicos insultos que sabia

-          No te enojes querida Rhyakathyn, realmente te admiro -  dijo acercándose a la caja de cristal – pero aun no sé si eres muy valiente o muy tonta -  continuó mientras recolectaba las esferas y las introducía en una caja negra con una espuma de igual color, solo que esta tomaba la forma de la esfera cuando la colocaba – mira que andar paseando por una ciudad, donde hay miles de magos deseosos de un poco de sangre de hada es bastante arriesgado, pero andar por ahí con tu sangre monarca ¡ha! Eso es estúpido

-          Se puede saber de qué carajo estás hablando – le exigí

-           No vengas negando tu sangre monarca ahora, que la Reina Mab estaría muy triste de que su única hija la negara – dijo riéndose mientras que comprobaba las cadenas

-          Las hadas no existen idiota -  dije enojándome

-          ¡Hey, cuidado!  -  dijo socando mas mis ataduras -  mira que cada vez lo dices muere un hada -  se carcajeo -  y con toda la magia que posees no quiero que mueras… por ahora.

-          Hijo de la gran mierda! -  Grite, escupiendo mi segundo y último insulto que conocía, ahora me arrepentía de no haber aprendido alguno del repertorio de Rose -  ¡Libérame! – por más que me removía las estúpidas cadenas no cedían antes mi fuerza. Mientras que halaba las cadenas el idiota me dejo sola con el eco de su risa.

Me quede un rato mas fulminando con la mirada la puerta cerrada, luego la soledad me hizo compañía un rato más.

La torpe explicación que me había dado mi carcelero solo sirvió para que más dudas entraran en mi cabeza, seguro que estaba tratando con una asociación de fanáticos o algo así, porque ir por ahí hablando de magia y hadas no tenían ningún sentido, tal vez lo de magia si tuviera un poco, en especial por mi experiencia con Rose, la noche que esta salió de mi interior para traerla de vuelta del inframundo o los acontecimientos extraños que me pasaron cuando era niña pero que terminaron al conocer a Rose, por supuesto también estaba el tubo que estaba drenando mi energía , pero “hadas” ¡puff! Que soy un hada y que mi madre es la reina Mab, pude haberme reído un poco más pero un espeso humo se filtro en la catacumba, lanzándome de nuevo en la inconsciencia.

Damián

Después de la batalla al lado de Zoran y Rose a las puertas del infierno me dirigí en busca de mi propia compañera, la joven de cabellos negros que vi cuando me infiltre en uno de los viajes de Rose en el inframundo y cuando la vi,  todo en ella me gritaba que la tomara pero solo era su espíritu traslúcido  el que se encontraba junto a Rose, solo le tomo un segundo levantar la vista para ver su hermosos ojos castaños bañados con puntos de oro, pero los malditos cuervos se dieron cuenta de mi presencia y prácticamente la sentenciaron a muerte por mi atrevimiento, ahora debía encontrarla para poderla salvar.

Después de que le hable de nuestro vinculo, Zoran me dijo de que país era Rose, me dirigí directo a Canadá pero ella ya se había trasladado a Praga cuando llegue y ahora me dirigía en un vuelo nocturno a Praga, cerré los ojos tratando de imaginarla pero la vibración del celular me saco de mi ensimismamiento.

-          Diga – contesté molesto

-          Damián – hablo Zoran al otro lado de la línea

-          ¿Qué sucede?

-          Es Kate – dijo en tono serio, ya que sabía lo que significaba para mí -  se negó a quedarse con nosotros un día mas y salió hacia Canadá.

-          ¡Maldición! -  exclame aun más molesto – yo voy ya en avión hacia Praga  -  le dije pasándome una mano por el pelo.

-          Es mejor que ni te pienses en desviar

-          ¿Porque?

-          Porque Kate nunca agarro su vuelo… Los siento Damián pero fue secuestrada por magos 

-          ¿Cómo pudiste desprotegerla de ese modo? – Vociferé despertando a algunos pasajeros

-          Los siento pero había dicho que se iba al día siguiente y espero a esta sola para largarse, uno de mis hombres fue tras de ella pero fue interceptado por varios magos y demonios, casi lo matan.

-          El vuelo llega en tres horas, nos vemos en tu casa – dije cortando la llamada.

La ira hervía en mi interior con solo la idea de pensar en las torturas de extracción que debería pasar Kathe antes de que la encontráramos, me jure a mi mismo matar a cada uno de los magos que estuvieran involucrados,  malditos bastardos.

EN LAS ALAS DE LA MUERTE, Libro 2Where stories live. Discover now