Capítulo 18

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Leia

Oír los gritos de Jade y Liam desde mi habitación no era agradable, pero entendía a mi amiga. Por mucho que Liam dijera que lo hizo para que Sophia los dejara en paz, eso no sonaba creíble.

Cuando Liam se fue de casa, yo salí de la habitación pues sabia que Jade me necesitaba. Y allí estaba ella, llorando y temblando mirando hacia la puerta que su novio acababa de cerrar de un portazo. Sabía lo que estaba pensando: "Esto es el fin". Pero yo estaba segura de que no lo era, tenía que arreglarse, bastante les había costado empezar, como para aceptar que se iba a acabar ya. Me encargaría de que eso no pasara, como fuera.

- Vámonos a dar una vuelta - Dije convencida. Tenía que animarla.

Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas y con voz temblorosa preguntó:

- ¿Pero tú no estabas mala?

- Pero me tomo un ibuprofeno y se me pasa.

- No sé... - Arrugó la nariz -. No me apetece mucho salir después de lo que ha pasado...

- Por eso mismo, bebé. Tienes que despejarte y dejar de pensar en Liam - Le di un cachete en el culo y ella me miró mal -. ¡A la ducha!

Después de que Jade saliera de la ducha, me duché yo. Lo cierto era que me dolía un montón la cabeza y que hubiera sido preferible que me quedara a dormir, pero por Jade era capaz de todo.

Cuando estábamos arregladas, Jade me dio las llaves de su coche. Conduciría yo hasta el centro porque ella no estaba de humor para eso.

- Se arreglará... - Intenté convencerla.

- No.

- ¿Por qué no?

- No lo sé - No dijo nada más y miró por la ventanilla.

- Tía, no me hagas sacarte las cosas con alicates.

- Tú eres igual que yo, bonita.

- Ya bueno, pero yo no tengo problemas con mi novio - Me defendí. Mala respuesta, porque la aprovechó para intentar cambiar de tema.

- ¿Y Louis?

- No es mi novio.

- Pero te lo tiras.

- Ya no - Entrecerré los ojos, sin quitarlos de la carretera.

- Ya, ahora me vas a decir que hoy sólo habéis dormido.

- Pues sí. ¿Te recuedo que estoy mala? - Le miré -. Además no cambies de tema, estábamos hablando de Liam.

- Tú lo has dicho, estábamos.

Resoplé y dejé el tema. Intentar hablar con Jade cuando estaba así de borde era muy difícil. Lo mejor sería esperar a que ella quisiera abrirse, o lo necesitara.

Cuando llegamos al centro, aparqué el coche en uno de los parkings y salimos a pasear.

Hacía un frío impresionante y supe que eso lo lamentaría más tarde, pero aún así no me arrepentía de haberla hecho salir. Fuimos, como de costumbre, a la tienda de libros y música. Siempre hacíamos eso, pero yo en especial necesitaba lectura nueva.

- ¿Libros o música? - Preguntó.

- Libros primero - Contesté con una sonrisa.

Bajamos las escaleras y justo, nada más bajar, había un par de estanterías llenas de peluches.

- ¡Mira que cuquis! - Era ya muy mayor para que me gustaran tanto los peluches, pero es que eran adorables ¡y tenían los ojos grandes!

- Ay, qué monada. ¡Mira, es una girafa de ojos grandes, brillantes y morados! - A Jade le brillaron los ojos. Así me gustaba verla -. ¡Y mira el primo de Olaf!

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