Amor fantasma

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Ok, estaba mirando cuánto falta para que termine esta historia. Vamos por el capítulo 24 y me he fijado que tiene 32, así que todavía tenemos que pasar por varios asuntos pero en este cap. se presenta algo nuevo. Espero les guste, au revoir.

Capítulo XXIV: Amor fantasma

El sonido y el aroma de esas calles, nunca era el mejor escenario para trabajar. Pero para los dos hombres que aguardaban en una oscura equina del pérfido barrio de Southwark, esos detalles rara vez los incomodaban. Estaban acostumbrados a que el oficio los llevase de un lugar nauseabundo a otro, e incluso se podría decir por sus aspectos, que se confundían perfectamente con las personas de ese antro. Parecían uno más del montón, nadie repararía específicamente en ellos y eso era lo que los hacía tan buenos en su trabajo. El más bajo; de brazos gruesos y rostro adusto, no quitaba la vista de aquella portezuela que llevaban la última media hora vigilando. Era muy serio al momento de encarar una tarea y la que tenían en manos, efectivamente era la que más tiempo y dedicación les había robado.

—Allí va —le informó a su compañero. Mientras ambos veían como el pequeño pilluelo que seguían, salía disparado de la redacción de Boy Acles, un viejo mañoso pero muy astuto. Hasta ese día nunca lograron sonsacarle nada al maldito Boy, aunque sabían que su hombre se encargaba perfectamente de cubrir su rastro.

—¿El piojoso te suena de algo? —inquirió su compañero, haciendo el vago ademan de perseguir al muchacho.

—No, déjalo, sólo es un mísero mensajero. —Él sabía muy bien que ese niño había sido pagado para entregar el montón de papeles en la redacción. De nada servía increparlo, después de todo ya sabían quién había sido el emisario.

—Tal vez nos guíe al hombre gordo. —Su compañero se refería al individuo que había dado el recado al pequeño. Llevaban varios meses tras su pista y aunque ya sabían quien era el que se encargaba de hacer correr los escritos, aún no sabían quién demonios los escribía.

—¿Cómo están nuestros sospechosos? —preguntó, cambiando ligeramente la dirección de la conversación. A su lado el otro extrajo una libreta de su chaleco, para verificar los datos recolectados en el último mes.

—Deberi no ha salido de su casa, al parecer ha cobrado un nuevo temor al exterior. —Chasqueó la lengua, nunca había apostado mucho a que Deberi fuese su hombre pero las esperanzas eran lo último que se perdía—. Su mayordomo dice que ni pueden ingresar al estudio, sin que el hombre les arroje algo.

—Tendremos que tacharlo de la lista —reflexionó, dejando ir un leve suspiro—. ¿Qué mas?

—McDowell sigue exiliado en el campo y tras realizar una exhaustiva búsqueda, confirmé que no tiene ningún sirviente gordo y de cabellos rizados. Tampoco recibió visitas desde Londres, por lo que...

—También queda eliminado —completó con un dejo de frustración. Los sospechosos parecían esfumarse cada vez con mayor rapidez, y él seguía sin poder encontrar a su Fantasma—. ¿Quién queda?

—Pues... —Hizo una pausa pasando hojas de su libreta con avidez—. Seinfeld ha regresado de Brighton hace una semana, en su ausencia revisé a su personal. No hay ningún hombre con la descripción que contamos...—Lo miró con el ceño fruncido.

—¿Estás seguro? Tal vez viajaba con alguno de sus lacayos o su ayuda de cámara.

—Estoy muy seguro, señor, me metí por completo en su casa... y tengo información de primera mano. Nuestro hombre, no está ahí. —Su compañero se sonrojó con ligereza tras confesar aquello y él no quiso preguntarle la procedencia de dicha información. El joven, aunque algo impertinente, normalmente hacía un buen trabajo de investigación.

El Conde FantasmaWhere stories live. Discover now