Cosa de Hombres (Parte II)

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Estoy muy de corrida, pero ya hace rato sé que les estoy debiendo capítulo. Y me disculpo pero con todo he tenido una semana algo ajustada y ahora estoy de salida. Así que les dejo el cap. espero no tenerlos esperando mucho con el siguiente. Saludos y gracias por pasar. Lamento pero no voy a poder responderles los comentarios esta vez. Besotes!!


Capítulo XIII: Cosa de Hombres (Parte II)

—Sólo explícame una cosa, ¿cómo se te ocurre burlarte de esa forma de un niño? —Iker rodó los ojos y siguió caminando ajeno a las palabras que le dirigía su esposa. Llevaba las últimas cinco cuadras reprendiéndolo por su manera poco apropiada de sobrellevar el incidente entre Chico y Ari. Aún no comprendía por qué se lo había contado. Ah sí, claro, porque ella no se explicaba con qué razón Chico se desapareció sin informárselo previamente—. ¿Es que acaso no te das cuenta de lo que significas para él?

¿Qué podría significar él para un crío? Iker era su benefactor, le había permitido entrar en su casa porque sabía que el niño no ocuparía más que un espacio ínfimo. Nada más se requería de él, el muchacho no podía exigirle más que eso. Aparentemente en algún momento alguien había confundido sus roles, pues Ailim creía que él debía actuar como su padre y no como su simple casero.

—¿De qué diablos estás hablando? Yo no soy su niñera, él es libre de hacer lo que se le venga en gana y si no le gusta como lo trato, pues que se mande a mudar. A mí me da igual.

Ella se detuvo abruptamente y él se vio en la obligación de aminorar la marcha para mirarla. No le gustó mucho la expresión que le obsequió.

—Sabes, tenía claro que eras un idiota pero hasta los idiotas tienen algo de consideración. Es un muchacho, Iker, él te admira, eres el primer adulto que se interesó por darle algo de atención. ¿Por qué te empecinas en no verlo? —Iker soltó un bufido, pasando de responder. Ella no tenía derecho a echar a perder la relación de camaradería que tenía con Chico. Ellos se comprendían bien, nunca hablaban de idioteces sentimentalistas que sólo atañían a las mujeres—. ¿Realmente no te interesa lo que le pueda pasar estando allí solo?

La miró un segundo, antes de darse la vuelta y retomar la marcha.

—Si estoy haciendo esto, es porque quiero regresar antes de que mi cena se eche a perder. —La tomó del brazo para que se moviera más aprisa—. Así que terminemos de una vez.

Afortunadamente no hubo más palabras en lo que restó del trayecto. Iker no se sentía cómodo tocando esa clase de temas, nunca antes había pensado que Chico pudiese querer... quererlo. Aunque lo que decía Ailim tenía sentido, él era la única imagen adulta en la que el muchacho podía fijar expectativas. Y eso era una mierda de grandes dimensiones, él no podía ser un ejemplo para nadie. No planeaba tener hijos, porque sabía que sería un padre terrible y ser el tutor de Chico, podría resultar un fracaso aún mayor. Aunque los términos de su estancia en la casa no tenían nada que ver con los de empleado y empleador. Chico no trabajaba para él, a pesar que Iker le daba dinero. Nunca le exigía que ocupase ninguna tarea, las cosas que el muchacho hacía, las hacía por voluntad propia. Quizás para agradarle o algo así. Pero en teoría y para la ley, Chico era su protegido. Pues Iker se había comprometido a darle un techo, alimento y educación para en algún futuro, dejarlo como el beneficiario de todos sus bienes. Hasta el momento nunca vio fallas en ese plan, pero quizás solo quizás, estaba pasando algo importante por alto. Apartó todos esos pensamientos de un pincelazo, tenía que encontrarlo.

Al llegar al club casi tropieza con una de las criaturas que solían acaparar las escaleras.

—Muévete —le espetó, pero el niño pelirrojo no se dio por aludido.

El Conde FantasmaWhere stories live. Discover now