Capítulo 24

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Draco había citado a Hermione a un restaurante para cenar, y de paso confesar algunas cosas. Vivían en la misma casa así que solo esperaba a Hermione en la planta baja. Cuando la vio no se podía creer lo que veía, era sin lugar a dudas la mas hermosa de todas. Los pequeñines se quedarían esa noche con los abuelos Lucius y Narcissa, para dejarles un poco de privacidad y tiempo a solas a los dos chicos.

Se encontraban en el coche yendo hacía el por supuesto costoso y elegante restaurante, si fuese por Draco ya hubiesen estado allí con la transportación, pero como sabéis, no tenía magia. Alrededor de 20 minutos después se encontraban entrando por las grandes puertas del restaurante Boulevard. Un restaurante bastante transitado por las personas podridas en dinero, como en ese caso, Draco. Aunque en esos momentos eso no le importaba.

Después de pedir una deliciosa comida Draco le miraba atentamente, y Hermione como siempre se ponía roja como un tomate y por supuesto nerviosa, sabía que había un trasfondo en esta cena. Pero esperaría pacientemente a que el chico le dijera algo. Cenaron ambos por un momento en silencio. Draco pensaba como decirle esas palabras que se le atascaban en la garganta, y Hermione pensaba en lo que pasaba pues veía al rubio demasiado pensativo, hasta que notó un leve sonrojo en las mejillas del chico, era leve pero al fin y al cabo un sonrojo en el rubio, lo que no era algo de todos los días, realmente nunca le había visto sonrojarse frente a ella.

-Bueno salgamos afuera, hace una bonita noche.- dijo Draco cuando terminaron de cenar, tendiéndole el brazo a la chica para que lo tomara, después de haber pagado la comida.

-Esta bien- dijo ella sonriente tomándolo encantada.

No había mucha gente en la calle esa noche, mas bien estaba solitaria, excepto por alguna que otra persona que pasaba. Caminaban, sin rumbo alguno por las solitarias y nocturnas calles de Londres, cuando llegaron a un parque ambos se sentaron en los columpios que estaban vacíos, al igual que todo lo demás. el viento mecía el pelo y el vestido de Hermione, mientras se impulsaba con los pies, balanceándose solo un poco. Draco miraba al frente, sopesando las palabras que diría a continuación.

-Hermione, realmente te traje aquí por una razón.- le dijo el colocándose frente a ella animándose a hablar.

-Me lo imaginaba- dijo sonriente.

-Hermione, se que llevamos poco juntos, parece que llevamos mas tiempo porque es como si te conociese de toda la vida, tu junto a nuestros dos pequeñines son mi mundo entero. Han habido complicaciones en esta relación, pero no me arrepiento de ninguna de ellas, porque gracias a ellas tenemos lo que tenemos. Dos hermosos mellizos iguales a sus padres. Pero no te traje aquí para decirte cosas que todo el mundo ya sabe. Yo... Hermione... ¿te gustaría hacerme el hombre mas feliz del mundo?- dijo arrodillándose frente a ella mientras le tendía dentro de una cajita de terciopelo color roja un hermoso anillo de diamantes blancos y oro blanco, una autentica hermosura, desbordaba elegancia por cualquier angulo. Hermione se había quedado de piedra.

-¿q... q... que?- dijo al borde de llanto. Draco no sabía si tomarse eso como una buena señal o una mala. -Claro que quiero.- dijo ella abrazándole, cuando se separo del chico el le coloco el hermoso anillo en su dedo anular.

-Te amo Hermione Granger.

-Te amo Draco Malfoy.-le dijo mientras estaban abrazados, bajo la hermosa luz de la luna. Esa imagen siempre la guardarían en su corazón y su mente...

Enamorado de una MuggleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora