11. Malas noticias

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Estuve un buen rato con Legolas dentro de mi tienda. Entre mimos y besos se nos pasó el tiempo volando.

- Oye, ¿qué tienes ahí?

- ¿Dónde?- dije tocándome la cara.

- Ahí.

Legolas me dio un largo beso. Una mano se entrelazaba en mi pelirroja melena mientras la otra descendía acariciándome la cintura. Estábamos en mi tienda de campaña, por lo que no había nadie. La cosa se empezó a calentar y le quité la camisa. Él hizo lo mismo con la mía. Le besé el cuello descendiendo por su pecho. Acaricié cada punto de su torso. Como me gustaba esa sensación. Ahora era su turno. Empezó con rápidos y abundantes besos en mi cuello. Eso era mi perdición. Estuvimos un rato así hasta que...

- Vamos, es hora de partir- gritó Aragorn.

Maldito, me las pagarás, créeme.

- Joder... -susurré.

Legolas reía. Nos vestimos entre besos y salimos de la tienda. Lo primero que me encontré fue a un Aragorn con la ceja levantada y mirándome con cara de pervertido.

- Tranquilo, has sido de lo más oportuno- deje irónicamente.

- Vaya lo siento- reímos.

- Con la de veces que te he ayudado con Arwen y me lo paga así- dije haciendo drama.

- Anda, tira, debemos partir.

Volvimos a emprender nuestro camino hacia el Abismo de Helm. Todo el pueblo estaba siendo trasladado y eso complicaba un poco las cosas. A la cabeza iban el rey junto a sus hombres, detrás de él íbamos nosotros, detrás la caballería y después el pueblo. Para cerrar filas, había más hombres. Yo iba hablando con la hija del rey:

- Siento la humillación que has tenido que pasar en el castillo.

- Tranquila, estoy acostumbrada-suspiré- sabes, las mujeres no estamos muy bien recibidas en el mundo de la lucha.

- Te entiendo, créeme- la miré extrañada- yo sé luchar, es más, se me da bastante bien. Pero claro, soy la hija del rey y una mujer- recalcó lo de mujer.

- Vaya, veo que no soy la única hija de un rey la cual se revela- reímos.

- Por cierto, ¿quién es tu padre?

- Biológico Elrond, pero para mí, mi padre es Gandalf.

- Sabes, me caes bien.

- Y tú a mí- le contesté contenta.

De repente un fuerte grito de hombre cortó nuestra conversación. Pude ver a Legolas salir al rescate y acabar con un orco que estaba atacando al rey y a sus hombres.

- ¡Rastreadores!- gritó Legolas.

- Todo el mundo a cubierto- grité- estamos siendo atacados. ¡Vamos!.

- ¡La caballería al frente!- gritó el rey.

Legolas y yo fuimos al frente con nuestros arcos pero no dábamos abasto. Subimos a un caballo y nos dirigimos con el resto de la caballería al combate. Maté a unos cuantos orcos y bestias, hasta que vi a Gimli en apuros debajo de una bestia y siendo atacado por otra, así que lo ayudé.

- ¡Ése cuanta como mío!- me contestó.

Vaya, de nada amigo.

De repente un orco me tiró del caballo y me vi atrapada entre siete de ellos. A la vez, unos cuantos se habían escapado del campo de batalla y se dirigían hacia la zona en la que se encontraba la gente del pueblo. En esos momentos pasó algo raro. Vi como Legolas empezó a ir tras ellos hasta que me vio. Éste paró en seco y dubitativo.

- ¡¿Legolas qué haces?!- le chillé- ¡Joder, corre a salvarlos, yo me puedo defender, ellos no!

El rubio elfo salió tras los orcos. Mientras tanto yo me movía lo más rápido posible para atacar y evitar golpes de esos siete orcos. Pude salir de ese círculo, matando y pasando por encima de uno de ellos y, una vez un poco alejada, fue tarea fácil acabar con ellos con mi arco. Es entonces cuando lo vi, no me dio tiempo a hacer nada. Vi a Aragorn atado a una bestia que se dirigía rápidamente hacia al precipicio hasta caer.

- ¡Aragorn!- chillé tan fuerte que todos se giraron a ver qué pasaba.

Gimli, Legolas y yo nos asomamos al acantilado. Allí estaba su cuerpo, inmóvil. El rey se acercó al acantilado y dijo:

- Los heridos a caballo, los lobos de Isengard volverán. A los caídos dejadlos.

En eso momento mi mira hacia él fue más que asesina, bueno, la mía y la de Legolas.

El rey nos miró y posó una mano en mi hombro.

- Lo siento amigos, tenemos que irnos.

No puede ser, él no ha podido morir. El simple hecho de perder al único al que he considerado hermano, aquel hombre que me ha salvado incontables veces y que ha secado mis lágrimas otras miles de veces, hacia que no pudiese contenerlas lágrimas. Pero era el campo de batalla y lo que se nos venía encima era mucho peor, así que debíamos seguir.

Una vez llegamos al Abismo de Helm busqué a Legolas, lo necesitaba. Necesitaba estar cerca de él. Por fin lo encontré.

- ¡Legolas!- corrí a abrazarlo.

El abrazo no fue correspondido, es más, me apartó a los pocos segundos.

- ¿Qué pasa?- pregunté totalmente confundida.

- Quiero hablar contigo- me dijo secamente mientras nos dirigíamos a un lugar más tranquilo que la plaza principal- No podemos estar juntos.

¿Qué? Esto no me está pasando a mí.

Lo miré perpleja a lo que él siguió.

- Sabes, antes casi dejo morir a todo un pueblo por querer ir a salvarte. Te quiero tanto que si esto sigue hacia delante, sería capaz de dejar morir a cualquiera por ti.

No pude evitar llorar, me estaba partiendo el corazón pero a la vez me estaba diciendo lo mucho que me quería.

- ¿Y me lo dices ahora?- le grité- acabo de perder a una de las personas más importantes de mi vida; en nada se llevará a cabo una batalla en la que posiblemente vaya a morir. Tú, el maravilloso Legolas, ¿crees que es el mejor momento?

- Yo...- se quedó sin habla- lo siento, pero es lo que siento y lo correcto. No estamos aquí para enamorarnos ni nada de eso, estamos aquí para luchar y ayudar en todo lo posible a Frodo.

Al acabar de hablar se fue algo dolido por las palabras que había dicho. La verdad es que tenía algo de razón, pero había sido demasiado drástico.

Al cabo de un rato, fui donde el rey para recibir las indicaciones de lo que debíamos hacer. Escuchaba con desgana y me perdí la mitad de las cosas por estar metida en mis pensamientos. Decidí salir de allí, se me hacía muy difícil compartir sala con Legolas.

Decidí dar un paseo hasta que escuché a Gimli:

- ¡¿Dónde está?!- se abría camino entre el gentío- Dejad paso, ¡te voy a matar!- lo seguí- Eres el más afortunado y el más astuto y temerario que he conocido.

No me lo podía creer, ¡era Aragorn! Yo, al contrario que el enano me limité a saltar enciama de él tirándolo al suelo y yo encima.

- No sabes cuánto me alegro de verte- le susurré.

- Pequeña, ya sabes que no te voy a dejar tan rápido- se levantó del suelo- Necesito ver al rey.

- Sígueme- contesté.

Lo llevé hasta el rey y las notícias no fueron nada buenas. Veo que hoy no recibiré ni una buna noticia...

Aragorn explicó que vio vaciarse Isengard de orcos. Que por lo menos eran unos diez mil. Se aproximaba una batalla horrible y en nuestro bando éramos demasiado pocos. Genial, una misión suicida. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, demasiadas incluso para una elfa. Me empecé a encontrar mal y a marearme hasta desmayarme.


Bueno, pues hasta aquí el capítulo de hoy :D Espero que os guste si es así hacérmelo saber votando y comentando y si no, pues también jajaja
Me da pena la pobre Mía... :'(

Rojo Escarlata (CANCELADA)Where stories live. Discover now