Ansias y Ansías

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Reír, llorar o temblar...

Eso era lo que su corazón quería expresar.

Chillar, saltar o bailar...

Eso era lo que su cuerpo quería mostrar.

Pero no podía hacer nada de esas cosas.

Aira estaba inmovilizada. El escuchar aquella voz cantarina que comenzaba a adorar y lo que aquélla le había dicho segundos antes, simplemente había terminado por derivar su coraza y las fuerzas que sostenían a esta.

Quería aspirar el aire que llenaría sus pulmones para revitalizarla. Deseaba experimentar esa aura única y especial que Rodrigo le había transmitido al decir aquellas palabras que tanto había esperado durante días:

‹‹Supongo que es porque me gustas...››, retumbaba en sus oídos como un pequeño y encantador eco, que para cualquiera significaría unas simples palabras. Pero para ella eran el motor mismo que ahora impulsaba los latidos de su corazón a mil hora...

Miles de hormigueos se cernían en su estómago, produciéndole náuseas. Los latidos nítidos que sentía en su corazón se mezclaban con el eco imaginario de la última oración que Rodrigo le había dicho. Un sentimiento frío se posó sobre su cien derecha, haciendo que se diera cuenta de que estaba sudando de sobremanera. Por un momento, experimentó que su cuerpo se desvanecía, uniéndose a la sensación de felicidad y de preguntas que palpitaban hermosamente su mente y corazón:

‹‹¿También le gusto? ¿En serio? ¡No puede ser!››, se repetía una y otra vez en su mente, todavía incrédula de que sus ansias de saberse correspondida en el bello sentimiento que había nacido en ella tiempo atrás, por fin parecía verse concretado.

Sin haberse dado cuenta, su celular yacía al borde de su cama. Lo había soltado en un impulso reflejo. Quería cogerlo, quitarle el altavoz y luego esconderse debajo de su cama para poder contestarle a Rodrigo con la intimidad necesaria para que nadie más pudiese escuchar su conversación. Porque un momento tan preciado como este era solo de dos... de solo ellos dos, que ahora se correspondían y se ansiaban más que nunca...

Aira quiso alzar su brazo para alzar su cometido, pero no podía. Una fuerza invisible la tenía minada por completo. Finalmente, cuando su cuerpo fue capaz de obedecer las órdenes que le daba, el temblor que percibía de su mano derecha la puso alerta. Y fue en este momento que su mente reaccionó.

¿Tanto le había afectado que Rodrigo se le declarara? Porque los síntomas de falta de aire, taquicardia, náuseas, mareos, sudoración excesiva y temblores no le eran ajenos, nada ajenos...

—Aira, ¿estás ahí?

La chica tragó saliva.

—Aira, ¿dónde estás?

La voz de Rodrigo insistiendo a través del hilo telefónico terminó por unir todas las piezas de rompecabezas de recuerdos que faltaban por unirse en su mente, en sus recuerdos y en su ser

‹‹Aira, ¿dónde estás?›› habían sido las últimas palabras que su padre había pronunciado, poco antes de correr despavorido para intentar salvarle de aquel camión que había acabado.

‹‹Aira, ¿dónde estás?›› habían sido las palabras con las que la joven había tenido pesadillas desde niña, en las que los últimos momentos de su padre con vida se reproducían fielmente, como un cruel guion de película hecho para no darle tregua alguna.

‹‹Aira, ¿dónde estás?›› habían sido las palabras con las que los maestros solían buscarla, luego de que saliera corriendo de clases cuando alguien le preguntara por su padre y fuera objeto de burlas de sus compañeros, experimentando los síntomas físicos que ahora la acompañaban... Síntomas que, posteriormente, dieron un cuadro de ansiedad, el cual fue tratado por el psicólogo pero de una forma intermitente, ya que no fue apoyada del modo adecuado por su madre. Y la última vez que los había experimentado había sido aquella cuando el horror la había invadido por completo, cuando había llevado de emergencia al hospital su hermano menor.

Ansías y Poesías [Saga Ansías 1] ✓ - [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora