En la mañana Emily seguía su rutina, llegaba a su trabajo y seguía en ello pero esta mañana escuchó unas voces en el estudio, pensó que era Alice y en efecto si lo era, pero no se encontraba sola, había otra voz acompañandola.
–Entonces, ¿piensas tener compañeritos?– preguntó su madre a Alice en el momento en que ella abrió la puerta. Esa era la segunda voz que escuchó.
–Quisiera aunque llevan mucha responsabilidad, no sé si pueda con ello– contestó la menor apenas percatándose de que alguien había entrado al estudio.
–Cariño, hola– saludó su madre dándole un beso en la mejilla.
–Hola Emily– saludó esta vez la pelirroja, quien obtuvo por respuesta una sonrisa.
–Pues verás que si puedes hacer un tiempo para ellos– dijo Martha volviendo a la conversación que mantenía con Alice.
–Igual si lo hago, solo sería uno como mucho. – Emily las escuchaba sin tener la menor idea de lo que hablaban.
–Podrias tener dos, un perro y un gato, ¿no te gustan los perros?– preguntó la mujer de mayor edad. Emily ya iba entendiendo de que iba la conversación.
–Prefiero los gatos, no es que le tema a los perros pero cuando era pequeña mi perro mató a un gato que recién había adoptado– dijo con una mueca de disgusto.
–Seguramente afectó la crianza de él o que no llevaba mucho de conocer al gato– respondió comprensiva.
–Si, mi padre era el que se encargaba de él, así que seguramente si fue por la crianza que le dió– dijo con una leve risa, obteniendo lo mismo como respuesta.
Emily no comprendia como habían llegado a ese tema de conversación, no sabía que tenían tal confianza para hablar temas como esos, de hecho no creía que hablaran de otros temas aparte de trabajo.
–Bueno, ya me iré, tengo algunas cosas por hacer– dijo su madre levantándose de la silla en donde ella trabajaba. –Adiós niñas, nos vemos luego– se despidió de las dos.
Cuando terminaron de despedirse y Martha ya había pasado la puerta, hubo un silencio entre las dos chicas que habían quedado, no era incómodo, en realidad ni lo notaron. Emily estaba intrigada sobre la conversación de su madre y la pelirroja procesaba todavía la idea que le había dado Martha de tener mascotas.
–Con que gatos– dijo Emily intentando saber más.
–Me gustan más, ¿a tí no?
–Pues...
–No me digas que no te gustan los animales– dijo Alice simulando preocupación.
–Me gustan, claro– dijo inmediato. –Pero prefiero perros.
–No tengo nada en contra de los perros pero los gatos son mucho mejores– aseguró.
–Esque no es que no me gusten, son adorables pero soy alérgica.
–No lo puedo creer, ¿o sea que nunca has tenido uno por mascota?
–De hecho tendiendo uno fue como me di cuenta que era alérgica– dijo con una sonrisa mientras recordaba ese momento.
–¿Te pusiste muy mal?– preguntó la pelirroja con curiosidad.
–Estornudos frecuentes y congestión nasal, nada grave pero mi madre me llevó al médico y este detectó mi alérgica– explicó mientras la chica que tenía enfrente la escuchaba con total atención.
–Se puede tratar con pildoras, ¿verdad?
–Claro, aunque hasta ahora no lo he visto necesario, no tengo gatos.
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Invisible String
RomanceA lo largo de los años se han rehusado de conocerse; cuando se conocen entienden que ese era el momento.
