Gala Shamiko, idem Sorpresas

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Con un cuarteto de cuerdas ambientando el lugar con sus melodías y las extravagantes, lujosas y hermosas arañas de cristal iluminando todo el salón, se podía apreciar que esta gala era pura y exclusivamente para gente de la alta sociedad, que poco a poco iban llegando al lugar y eran introducidos por un paje, quien indicaba el nombre de la persona, la compañia a la que pertenecía y su cargo o posición en ella.

Y así se fue llenando de presidentes o directores de pequeñas y grandes corporaciones, junto con sus esposas y herederos, funcionarios del gobierno, y empresarios extranjeros que tuvieran alguna relación con la corporación Shamiko, quien era la organizadora de esta gala. No se sabía el motivo por el cuál la estaban haciendo, pero a quien le importaba, no se necesitaban motivos solo ganas de gastar fortunas de dinero en una fiesta para complacer a los invitados y establecer relaciones económicas y políticas.

Kyouya Ootori llegó acompañando a su padre y hermanos mayores (su hermana había asistido con su esposo), portando una expresión amigable que  mas de uno consideraría sincera, puesto que el muchacho sabía como usar sus máscaras. La falsedad era lo que mas se veía en estas celebraciones, y a nadie le importaba ya, sólo el quedar bien y ganar prestigio personal y corporativo, nada mas. Estaba ataviado con un impecable tuxedo negro, con una camisa blanca y estrecha corbata de razo azul francia, todo diseñado, obviamente por Yuzuha Hitachiin.

Con un leve movimiento de su cabeza, Yoshio Ootori, hizo que sus hijos se dispersaran a cumplir con sus roles, previamente establecidos. En toda fiesta, gala, celebración o baile, Kyouya tenía que entablar conversación con gente importante, tales como hijos de funcionarios del gobierno o herederos de empresas. Pese a que cumplía con esto la mayor parte de la velada, siempre terminaba pasando algunos minutos con el host club, después de todo, ellos eran herederos a las empresas de sus padres, el único que no contaba con esta clasificación era el propio Kyouya, y su lugar en el mundo como tercer hijo varón, aunque se juraba que algún día cambiaría esta concepción que se tenía de su persona.

-¿Te has enterado? Se dice que Akihito Shamiko organizó esta velada para presentar en sociedad a su hija de diecisiete años...- escuchó a un grupo de mujeres murmurar.

-¿Tiene una hija?- preguntó otra evidentemente asombrada.

-Y no es todo, la tuvo oculta todos estos años en un país de América del Sur...- exclamó escandalizada otra de ellas.

-De seguro es bastarda... nunca escuché que se casara...- comentó una.

-Para nada, se casó a los diecinueve con una mujer argentina, pero ella murió al cumplir la criatura cinco años. Aparentemente la madre quería que la niña se educara en su país con su familia materna...- explicó contenta de ser sabedora del chusmerío real.

-Eso o él no quería hacerse cargo de la niña...-agregó una con malisia, y todas comenzaron a reir acaloradamente.

-¡Ay, mi dios! ¿Se imaginan lo que debe ser esa muchacha? Una campesina total, seguro fue criada y educada entre cerdos y vacas...- especuló una de las mujeres escandalizada. 

Frunciendo el seño, Kyouya siguió caminando, reflexionando acerca de lo que había escuchado. Y conociendo como eran las mujeres de alta sociedad y sus chismes, tenía que decifrar qué de lo que había oído era cierto. Eso era lo que más odiaba de la alta sociedad, incluso mas que a la falsedad, el chusmerío. Esas mujeres, que lo único bueno que habían echo en su vida había sido casarse bien, le desagradaban totalmente. Estaban tan aburridas de sus vidas que no hacían nada mejor que inventar cosas sin sentido y hundir el buen nombre de algunas personas que realmente se merecían respeto, como el señor Shamiko. Kyouya había hablado con él en pocas ocasiones, y siempre lo había tratado con sincera cordialidad y amabilidad, de ésto estaba seguro ya que él podía ver a través de las máscaras de alta sociedad.

La curiosidad que mató a Kyouya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora