Capítulo 10 Cambios y devoluciones

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Durante los 15 minutos que tenían de camino al complejo, Alina no había dicho nada por reprimenda de su entrenador. <<Tú no eres así, me sorprende>> <<Vaya despedida que me estás dando>> <<Yo que te creía más centrada>> <<Así no se hacen las cosas>>

Profe, lo quiero mucho. Pero ya le ha dado mil vueltas al asunto.

Raymundo nunca lo había visto así... o escuchado, el entrenador era rápido, tanto, que en quince minutos había agotado los regaños disponibles y se la había pasado repitiendo los mismos una y otra vez hasta cansar a Alina y Gael, quien estaba sentado en el asiento trasero del carro.

—¿Le va a decir a mi madre? —dijo ella por fin con la voz tensa.

El entrenador se lo pensó un momento antes de decidir. Le echó una mirada a Gael por el retrovisor y este hizo una negación apenas visible con su cabeza.

—No.

Alina estaba volteando hacia la ventana, no se molestó en hacer contacto visual, pero estaba segura que su profesor lo había interpretado como un <<Gracias>>.

—Profesor, ¿era necesario que yo viniera? —Gael sonó altanero con su pregunta, pero no se dio cuenta hasta unos segundos después cuando vio a Alina por el espejo derecho cerrar los ojos con fuerza.

—¿Tienes algo mejor que hacer?

—No, señor.

Sin deberla ni temerla, Gael se puso en el punto de mira por un comentario imprudente, lo cual no pudo evitar que ella esbozara una sonrisa al escuchar su respuesta.

—Te traje porque quería hablar con los dos sin tantos ojos viéndonos. — Tocó el hombro de Alina para llamar su atención. El entrenador se rascó la barbilla y luego se pasó la mano por el cabello, intentando calmarse.

—Perdón, coach. No quería ver cómo se iba y nos dejaba con el Acomodado.

Gael golpeó el respaldo del asiento de Alina. La disculpa fue sincera, se enfocó tanto en ello que se olvidó de ocultar el apodo del que sería su nuevo entrenador.

—¿Así le dicen? ¿Acomodado? —Una sonrisa apareció en su cara.

—¿De verdad no hay algo que podamos hacer para que se quede? —Era la tercera vez en la tarde que Gael hacía esa pregunta, pero cada vez había menos esperanza en su voz.

—Niños...

—Sin rodeos, profe. —Alina intervino, cansada de los rodeos.

—Hay dos opciones...

—Sin rodeos, por favor. —volvió a decir ella, ya cansada de darle vueltas a lo mismo.

—Van a asignarles nuevos compañeros.

—¡No! —dijeron al unísono. Ella maldijo por lo bajo y él se frotó el rostro con fuerza.

Esto se puso interesante.

—¿Quiénes? —preguntó él

Voces cruzadasTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang