Capítulo 42

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El primer onomástico de Rhaegar fue celebrado con gran esplendor en todo Poniente. La Reina Rhaenyra organizó una semana entera de banquetes y torneos en honor al futuro heredero, donde la nobleza de todo el reino se reunió para honrar al joven príncipe.

Como ya había avisado Jacaerys, Rhaena y Luke se casaron apenas un par de meses después del nacimiento de Rhaegar. Además, no pasó mucho tiempo antes de que Rhaena quedara embarazada, algo que no tomó por sorpresa a nadie, ya que se sabía que la pareja pasaba demasiado tiempo en sus aposentos después de la boda.

En ese entonces, Raella guardaba un dulce secreto: descubrió que estaba embarazada nuevamente apenas cuatro meses después de dar a luz a Rhaegar. La noticia sorprendió tanto a ella como a Jace; cuando Raella se lo contó, casi se atraganta con el vino que estaba bebiendo. Ninguno de los dos esperaba que llegara otro bebé tan pronto después del nacimiento de su primer hijo.

Rhaegar era un niño notablemente tranquilo y feliz, a pesar de tener solo un año de vida. No lloraba con frecuencia y siempre parecía estar contento y sonriente. Luke, fue quien le entregó un huevo de dragón especialmente seleccionado para él, aunque hasta ese momento no había eclosionado. Mientras tanto, Daemon, estaba completamente enamorado de su nieto. Había intentado montarlo en Caraxes para volar juntos, pero Raella se lo impidió, preocupada por la seguridad del pequeño.

El pequeño era un verdadero niño de mamá. Siempre buscaba a Raella y no quería separarse de ella, aferrándose a sus brazos con total devoción. Esta estrecha relación entre madre e hijo a veces causaba cierta dosis de celos en Jace, aunque para Raella resultaba más bien divertido.

—Ya casi no me prestas atención. —decía Jace de manera dramática.

Raella soltó una risa suave mientras acunaba a Rhaegar en sus brazos. —Oh, ¿te sientes celoso de nuestro pequeño rey? —respondió con una chispa de diversión en sus ojos.

Jace fingió un suspiro exagerado. —Supongo que puedo compartirte un poco con este pequeño. —Luego le acarició suavemente la barriga de Raella y dijo con una sonrisa: —Estoy seguro de que también será un niño.

Raella rió y respondió: —Bueno, a mí realmente no me importa qué sea. Mientras esté sano y feliz, eso es lo más importante.

Jace asintió y le dijo: —Deja que yo me encargue de que el pequeño duerma un rato. Tú aprovecha para descansar un poco.

Raella le pasó a Rhaegar a Jace con cuidado y le dio un beso en la mejilla a su esposo. Luego, se tumbó en la cama y cerró los ojos, dejando que el sueño la envolviera en su cálido abrazo. Raella sintió una contracción intensa en mitad de la noche, lo que la despertó de golpe por el dolor. Al abrir los ojos, se encontró con la cama cubierta de sangre y el miedo se apoderó de ella.

—¡Jace! ¡Rápido, por favor! —gritó Raella con desesperación, su voz temblorosa y llena de miedo, mientras intentaba mantener la calma.

Jace se despertó de golpe al escuchar el tono de pánico en la voz de Raella. Se levantó de un salto, visiblemente preocupado, y al ver la cama cubierta de sangre, su corazón se aceleró.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, acercándose rápidamente a su esposa, con los ojos llenos de preocupación y sin saber qué hacer.

Raella comenzó a llorar y gritar: —¡Mi bebé, mi bebé!

Jace corrió hacia la puerta y gritó al guardia que fuera a llamar a los maestres y parteras de inmediato. Mientras tanto, se arrodilló junto a Raella, tratando de tranquilizarla.

—Tranquila, mi amor, el bebé va a estar bien. —dijo, intentando mantener la calma aunque su corazón latía con fuerza en su pecho.

Raella sentía cómo las contracciones se intensificaban, cada vez más fuertes y frecuentes. El miedo la invadió al pensar que podría perder a su hijo. Gritaba y lloraba desesperadamente, aferrándose a la esperanza de que todo saliera bien.

Llamas Cruzadas | Jacaerys VelaryonWhere stories live. Discover now