Capítulo 37

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Había pasado una semana desde que viajaron a Harrenhal y los maestres junto a algunos guardias reales marcharon hacia allí en cuanto llegaron, llegando esa misma noche a la casa del hombre.

Habían recibido algunos cuervos diciendo que Daemon estaba estable, pero que aún no había despertado. Cada día que pasaba sin que despertara aumentaba la preocupación y la ansiedad de Raella. Uno de los últimos mensajes que mandó el maestre Aron, era para avisar que partirían hacia la capital en unos días, ya que ahora, Daemon podría soportar el viaje al estar estable. Mientras tanto, los preparativos para la coronación y el nombramiento de los príncipes de Rocadragón se mantenían en espera, eclipsados por la preocupación por la salud de Daemon.

—Debéis partir ya hacia el Nido de Águilas —dijo la reina en la sala del consejo. —Lady Jeyne os estará recibiendo, ya ha sido avisada. —dijo entregándole un pergamino a Jace.

Este lo cogió y asintió. —Volveremos esta noche.

—Entregadle el mensaje cuando lleguéis. Es una carta de agradecimiento por tener a nuestra familia junto a ella durante estos meses. —dijo haciendo una pausa. —También ha sido invitada a tomar lugar en el consejo si lo desea.

—¿Le ofreceremos a su sobrina venir a vivir al castillo? —intervino Luke.

—Lady Joanna podrá venir aquí si lo desea. Y cuando crezcan, podrá volver junto a Joffrey al Valle.

Raella asintió en señal de conformidad. —Entonces partiremos cuanto antes para llegar aquí lo más rápido posible.

—Mañana se llevarán a cabo los juicios. —dijo con serenidad la reina. —Quiero que estéis ahí junto al consejo, para decidir qué hacer con ellos.

Jace asintió. —Estaremos ahí, madre.

Rhaenyra los miró con una sonrisa y suspiró. —Marchaos ya, deben estar esperándoos para llevaros a Pozo Dragón.

Con los detalles claros y las instrucciones recibidas, los tres se dirigieron hacia la salida de la sala del consejo para montar en sus dragones y marchar hacia el Nido de Águilas.

Finalmente, avistaron las paredes de piedra que rodeaban la fortaleza del Nido de Águilas, erguidas como guardianes protectores de su señora. Con rapidez, continuaron su vuelo hacia la entrada de la fortaleza.

Los guardias, con sus armaduras relucientes y emblemas de la Casa Arryn, los recibieron en la entrada de la fortaleza con reverencia y cortesía.

—Mis príncipes, nos honra vuestra llegada. —dijo uno de los guardias, inclinándose respetuosamente ante ellos.

Raella, Jace y Luke descendieron de sus dragones, devolviendo el saludo con gestos de agradecimiento.

—Gracias por recibirnos —respondió Jace con amabilidad. —¿Podríais llevarnos junto a Lady Jeyne?

Los guardias asintieron, indicando que los acompañarían al interior de la fortaleza. El grupo avanzó por los imponentes pasillos de piedra, siguiendo a los guardias a través del laberinto de corredores hasta llegar a la sala donde los aguardaba Lady Jeyne Arryn y su familia.

—¡Raella! —gritaron sus hermanas corriendo hacia ella.

Raella fue recibida con entusiasmo por sus hermanas, quienes corrieron hacia ella en un abrazo emocionado después de meses separadas.

—¿Cómo estás?, estuvimos preocupadas después de enterarnos que estuviste herida. —dijo Rhaena.

—Estoy bien. —dijo acariciándole el rostro. —Estamos juntas ahora. —dijo dándole un beso en la cabeza a cada una.

Llamas Cruzadas | Jacaerys VelaryonWhere stories live. Discover now