Capítulo 28

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El silencio de la noche se vio interrumpido por el suave murmullo de las olas que rompían contra la costa rocosa. Las estrellas titilaban en el oscuro firmamento, y la débil luz de la luna iluminaba apenas la isleta donde habían aterrizado Rhaenyra, Jacaerys y Raella junto a sus imponentes dragones.

El viento soplaba suavemente, agitando las capas y mechones de cabello de los guerreros, mientras que el crujir de las armaduras añadía un eco metálico al tranquilo escenario nocturno.

El sonido lejano de las olas y el suave aleteo de los dragones eran los únicos acompañantes de su tensa espera, que resonaba en la noche como un presagio de la inminente batalla que se avecinaba.

Rhaenyra, con voz firme pero llena de preocupación, los reunió en ese momento crucial antes del combate. Sus palabras resonaron en la noche, llevando consigo un aire de advertencia y protección.

—No quiero que ninguno de vosotros se ponga en peligro innecesariamente —comenzó, su tono cargado de determinación y cuidado—. Si en algún momento la situación se torna adversa y ven que no podemos ganar, los insto a alejarse de aquí y no arriesgar sus vidas. Nuestro objetivo es defender a los nuestros, pero su seguridad es mi prioridad.

Sus palabras fueron como un eco en la tranquila noche, y mientras hablaba, su mirada se alternaba entre Jacaerys y Raella, asegurándose de que comprendieran la seriedad de la situación.

—Controlen bien a sus dragones —añadió, enfatizando la importancia de mantener el dominio sobre las poderosas bestias aladas—. No permitan que la furia del combate nuble su juicio. Estoy orgullosa de vosotros, pero su valentía no debe poner en riesgo sus vidas. Manténganse alerta y mantengan la cabeza fría en todo momento.

Después de su emotiva advertencia, Rhaenyra envolvió a Jacaerys y Raella en un cálido abrazo, como si quisiera asegurarse de que sintieran su amor y protección en cada fibra de su ser. Sus brazos los rodearon con fuerza, transmitiendo un mensaje silencioso de apoyo y afecto en medio de la oscuridad y el peligro.

Raella buscó con sus dedos la mano de Jace, para poder relajarse. Con un gesto reconfortante, Jace apretó suavemente su mano, transmitiendo tranquilidad con su contacto. Sus miradas se encontraron, compartiendo un entendimiento silencioso en medio de la incertidumbre que se cernía sobre ellos en la oscuridad de la noche.

—Todo estará bien, Raella —dijo con voz serena, tratando de infundirle confianza mientras enfrentaban juntos el desafío que tenían por delante—. Estaremos uno al lado del otro, protegiéndonos mutuamente.

El horizonte se iluminó con las luces de la flota que se aproximaba. Raella y Jace intercambiaron una mirada cargada de determinación mientras observaban cómo las velas de los barcos se acercaban lentamente, obstruyendo el camino hacia la capital.

El sonido distante de las olas chocando contra los cascos de los barcos resonaba en la noche, dándoles un recordatorio constante del desafío que tenían por delante.

La tensión en el aire se volvió palpable cuando la flota enemiga apareció en el horizonte, marcando el inicio del enfrentamiento. Las velas de los barcos enemigos se recortaban contra el cielo nocturno.

El sonido de las voces de los hombres en los barcos enemigos resonaba en el aire, mezclado con el estruendo de las flechas que comenzaban a impactar en los cascos de las naves. El crujido de la madera y el chapoteo del agua se sumaban a la cacofonía, creando una atmósfera de caos y peligro inminente.

El sonido de las voces de los marineros enemigos se intensificaba, mezclado con órdenes y gritos de guerra que resonaban en la noche.

Con la señal para iniciar el combate dada, miles de flechas en llamas surcaron el cielo, iluminando la oscuridad de la noche con destellos mortales. Era la señal que esperaban: el momento de actuar había llegado.

Llamas Cruzadas | Jacaerys VelaryonWhere stories live. Discover now