Capítulo 26

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La partida de Rhaena, Baela, Joffrey, Aegon y Viserys hacia El Valle fue un evento cargado de emociones. Raella y Jace estuvieron presentes para despedirlos, junto con algunos miembros de la guardia que los escoltarían en su viaje. El aire resonaba con el batir de las alas del dragón de Joffrey y Baela mientras se elevaban en los cielos.

Raella observaba con el corazón lleno de preocupación y esperanza mientras veía a sus hermanas y a los niños alejarse hacia un futuro incierto. Sabía que habían tomado la decisión correcta para mantenerlos a salvo, pero no pudo evitar sentir un nudo en la garganta al verlos partir. Sin embargo, confiaba en que estarían protegidos en El Valle y que pronto se reunirían nuevamente.

El maestre se acercó a la reina y le entregó el mensaje con reverencia. —Mi reina, acaba de llegar un cuervo desde Reposo del Grajo. Parece ser un mensaje importante.

Rhaenyra frunció el ceño al leer el contenido del mensaje, su preocupación evidente en su rostro. —Esto es grave. —murmuró para sí misma. Luego, miró al maestre con determinación. —Prepara un cuervo. Responderemos a Lord Staunton.

La reina reunió a su consejo en la sala principal del castillo y comenzó a explicar el contenido de la carta con voz firme y decidida. —Lord Simon Staunton nos ha enviado una carta desde Reposo del Grajo. Parece que Aegon ha descargado su ira contra las casas que apoyan a nuestra causa. Ha formado un ejército que se dirige hacia allí con la intención de saquearlo y matar a todos los que se opongan a él.

—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que lleguen? —preguntó Corlys con cierta preocupación.

—Según la carta, estaban en camino pero ahora podrían llegar en cuestión de algunas horas. Necesitamos actuar rápidamente para proteger a nuestros aliados y evitar una masacre.

—¿Qué sugieres que hagamos, mi reina? —dijo uno de los señores.

Rhaenyra suspiró. —Debemos enviar refuerzos a Reposo del Grajo para ayudar a defenderlos. No podemos permitir que Aegon siga sembrando el caos y la destrucción en nuestras tierras. —dijo haciendo una pausa mirando a los señores que estaban en la sala. —Enviaremos un contingente para intentar negociar una solución pacífica, pero debemos estar preparados para luchar si es necesario.

Lord Corlys se puso de pie, su mirada firme y determinada mientras se dirigía a la reina. —Mi reina, permitidme sugerir algo. Aegon no es conocido por su voluntad de negociar. Si continuamos esperando una respuesta pacífica de su parte, podríamos estar permitiendo que continúe su devastación. Sugiero que enviemos no solo un contingente de hombres, sino también un jinete de dragón con uno de nuestros propios dragones. Es hora de mostrarle a Aegon que no puede seguir actuando impunemente.

Rhaenyra frunció el ceño con preocupación mientras consideraba la sugerencia de Lord Corlys. —Es demasiado arriesgado enviar a un dragón a campo abierto. Aegon podría estar presente con su propio dragón, lo que podría desencadenar un enfrentamiento directo y causar más daño del necesario.

Lord Corlys, en su papel de Mano de la Reina, respondió con determinación a las preocupaciones de Rhaenyra. —Mi reina, la guerra ya ha comenzado. Los Verdes no estarán pensando en medir su fuerza; enviarán todo lo que tengan para ganarla. No podemos permitirnos estar a la defensiva mientras Aegon y sus seguidores saquean nuestras tierras. Debemos actuar con decisión y mostrarles que estamos dispuestos a enfrentarnos a ellos en cualquier terreno. Un dragón podría ser nuestro mejor recurso para disuadirlos y proteger a nuestros aliados.

Raella tomó la palabra con determinación, respaldando la postura de su abuelo. —Lord Corlys tiene razón. Tenemos dragones a nuestra disposición y debemos utilizarlos para proteger a nuestro pueblo y defender nuestras tierras. No podemos permitirnos ser pasivos mientras los Verdes causan estragos. Esta guerra es crucial y debemos ganarla a toda costa.

Llamas Cruzadas | Jacaerys VelaryonWhere stories live. Discover now