"Campanadas de convulsión"

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-Capítulo 18-

La cabeza comenzó a darle vueltas, su sangre comenzaba a recorrer le con rapidez, sus latidos se aceleraban, su miedo a flotaba. Ella lo escuchaba croar, ella lo vio más de una vez, ella comenzaba a pensar que estaba perdiendo la cordura; cordura que se estaba perdiendo con cada vistazo, ruido, sueño, contacto.

-Tranquila, ya vienen, dime lo que sientas. Por favor.

La voz de Laín se escuchaba tan lejana y borrosa, sus oídos solo podían escuchar el horrible croar del sapo a sus pies, incluso, su propia voz interna gritaba por callar aquel sonido.

-(Basta, basta ¡BASTA, BASTA, BASTA, YA BASTA!)

Sujetaba su cabeza con desesperación, mientras la voz de Laín se escuchaba cada vez más lejana, mientras ella comenzaba a hundirse en la oscuridad de los sonidos del sapo.

*CRoak, cROak*

*CrOAk*

CrOAk

Cada vez más fuerte y cada vez más cerca de la locura, los ojos de Dalí se perdían en el miedo.

Pronto llegaron Keren y las demás, pero en cuanto pisaron a las cercanías de Dalí, los horrores de sus almas salieron a relucir.

-(El sapo…. El s-ap-o) –Venus tembló tras ver a la horrible criatura en los pies de su amiga, criatura, que parecía estar devorando luz que salía del cuerpo de Dalí.

-(Tiene que ser una, no, no, no, no. ELLA NO) –Los oídos sensibles de Ailén estallaron ante la voz de la criatura.

-UNa BendICIón, GRAN BENDICIÓIN, OH HERMOSA NIÑA, ME VOY A HACER GRANDE, GRANDE TAN GRANDE, UnA BenDICión, déjame devorate.

Los gritos chillones y suplicantes hicieron retroceder de terror a Ailén.

Keren tembló ante el pesado ambiente; durante el día lo había sentido, sentía que algo malo iba a pasar y no algo normal, algo que no comprendía, y, ahora que observaba la escena sin saber que hacer, todo lo que había presentido tomaba sentido.

-Dalí, llegamos Dalí ¿Qué es lo que sientes? –La voz de Keren temblaba, sus manos temblaban- ¿Qué es lo que sientes Dalí?

Dijo las últimas palabras casi sin aliento, sofocada por lo que sentía.

-Laín ¿Qué pasó? –Los ojos suplicantes lo observaron.

-No… no lo sé, no me responde tampoco a mi. Cada vez la siento más lejana. –Apretando con fuerza, no soltaba su propia mano adolorida.

-{Esto está mal, esto está muy mal, esto no puede ser, no puede} –Ailén susurraba, mascullaba con fuerte desesperación.

-¿Ailén? –Keren levantó la vista.

-{Tiene  que callarlo, tienes que callarlo} –Pronto sus ojos se llenaron de pánico, pánico que llegó a Keren más claro que nunca.

-Venus ayuda a … ¿Venus?

Sin movimiento, sin pestañear, casi parecía que tampoco respiraba. Venus estaba tan quieta y con el rostro tan tenso que Keren se quedó sin aliento.

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