Capítulo XX

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Cuando me desperté, había un vacío inmenso en la habitación. Unos tenues rayos de sol empezaban a asomar y colarse entre las ramas por la ventana. Mire el reloj que había en mi mesita de noche marcaba las ocho de la mañana.

Me di una ducha larga y relajante. Hoy más que nunca necesitaba estar tranquila, al mediodía, le cerraría la bocaza a Ryan. Siempre me he mantenido en una posición secundaria, ahora ya no merecía la pena. Todos sabían lo que era y necesitaba reafirmar que no era una blanda y que no me iba a dejar dominar tan fácilmente.

Me vesti con un pantalón de chándal amplio y una camiseta de deporte que había sobre mi cama.  No había cogido tantas cosas de Gualmer, mi terco pensamiento de que volvería, pero mi ropa de deporte fue lo imprescindible que entró en la maleta, es más fácil huir en deportivas que en tacones.

Unas voces llegaban hasta mi entre murmullos reconocí la voz de Braien y la de Galep hablando. Me senté junto a las escaleras, no quise hacerme notar, ya que parecía que discutían.

— Te has pasado de la raya — Le susurro Braien

— Ella aceptó el reto, no me mates por hacer que valga la pena.

— ¿Y tú no tuviste nada que ver?

— Braien a ella no puedo manipularla, bien lo sabes, por eso sé quién es.

— Nunca ha sido tan osada.

— Ryan consigue sacar lo peor de todos, por eso es mi Gamma, sobre eso tenemos que hablar.

— Creo que los dos olvidáis quien es y lo que es capaz de hacer, se hacerca otra luna que hará completar todo su poder, eso la puede convertir en alguien más inestable o diferente a la que conocéis.

¿Antonino? Antonino estaba con ellos.

— Ada, tú abuela no creo que te enseñará a escuchar atraves de las puertas conversaciones ajenas — Me grito desde la cocina para hacerme ver que no soy tan buena espía.

Entre y los mire a los tres intentando escudriñar que es lo que ellos me ocultaban. Se que todos ellos saben lo suficientemente sobre mi y yo se más bien poco de todos. A ellos los veo unidos, firmes como si hubieran forjado una buena alianza incluso parecía una amistad.  Me resultaba todo tan raro pero no incómodo. Me daba la sensación de tranquilidad.

Entre en la cocina y me serví un poco de fruta. Empecé a desayunar en silencio. Si ellos no me contaban sus secretos yo no contaría los míos.

“¿Porqué está aquí Antonino?“

“Le habrán avisado de la bobada que me hiciste aceptar ayer en el  subidón de orgullo  que te dió”

“Bien sabes que lo vamos a destrozar”

“No puedo usarte”

“¿Quién se va a enterar”

Una ligera risa se me escapó. Habíamos aprendido a fusionar nuestras capacidades sin llegar a la transformación. Iria se colaba en mi cuerpo e incluso habíamos perfeccionado el ocultar el cambio de ojos. Podría funcionar.

— Que tal, princesa, me gustaría que antes de que luches contra Ryan, tú, yo, tú Loba y mi Lobo tengamos una charla.

“Dile que no se han ganado aún ese honor”

— Debo informarte, Galep, que no me apetece y mi Loba opina que no os habéis ganado ese honor, por lo tanto lamentándolo mucho tendrás que tener la conversación solo con tu Lobo.

— ¡Ada!, ¡Tus modales!. No le puedes hablar así a un Alfa — Dijo Antonino enfadado.

— Duermo con él, por qué él me ha obligado, Creo que con eso me he ganado el derecho hablarle como me dé la gana.

AdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora