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Parece que Juvia vive en un cuento de hadas.

Así lo creía hasta que llegó el 16 de junio de 2022, fecha devastadora.

El tiempo chasqueó la lengua desconcertado, cada vez más disgustado con las acciones de las personas.

En ese día, dejó de intrigarse por su grupo especial de amigos, perdió un poco el brillo y la ilusión, regresó a su trabajo habitual: controlar el tiempo, que todo esté en su justa medida, limpiar los relojes y ver que todo funcionaba en hora.

Admirando su gran reloj de arena, observando cómo caía granito a granito, comprobando en su reloj de bolsillo la hora marcada.

Su cuarto, decorado con infinidad de relojes, cada uno de diferentes épocas y con diseños distintos, originales, normales y raros. Le gusta lo curioso, lo extraño, por eso colecciona momentos.

Cada reloj marca una hora determinada dependiendo del lugar al que se refiera. Y él controla absolutamente todos y cada uno de ellos, le era divertido hacerse adivinanzas sobre las diferencias horarias y acertar. Con el tiempo se volvió aburrido.

El tiempo se cansó de jugar con el propio tiempo.

Su hora favorita era la de Madrid, se le pasaba volando entre tanta gente de diferentes nacionalidades paseando por allí y más aún con las anécdotas de sus amigos. Así, su trabajo no le parecía tan agotador, ni monótono, tan similar desde el principio de los inicios donde él nació y comenzó a correr.

Fue entonces cuando empezó a conocerse, en el mismo instante que se dio forma, le dio nombre a los segundos, luego a los minutos, sucesivamente a las horas. Cuando cumplió un día se sintió muy feliz y con tan solo un año comenzó a dibujar cómo sería escribir su forma de transcurrir.

Al principio le pareció gracioso, le gustaba su poder y jugar con él. Con el tiempo se cansó de mirar el reloj para empezar a observar la vida de las personas y lo curiosas que eran, cómo ellos solitos se enredaban y se complicaban la existencia, siendo esta mucho más sencilla.

Quiso participar en sus vidas llevándose llamados de atención de sus superiores, aquellos que controlan el bien y el mal del universo, debe haber un equilibrio.

Suspiró pensativo, su gran larga barba blanquecina era fruto del avance de sus años, sin embargo, nunca se vio tan afligido por unos muchachos, ¿tanto se encariñó con ellos? Pues sí, porque a él que se le había concedido un don, pero ante todo pronóstico prefería ser un humano con tiempo limitado.

Esos amigos parecían vivir cada día con intensidad y el tiempo anhelaba eso mismo, contar su propia historia, que sin darse cuenta, ya la tiene. Posee en su mano la historia de toda la humanidad, de principio a fin y su continuación.

Ser inmortal llega a ser aborrecedor, devastador incluso, por ello les ayudaría en lo que hiciera falta. Recordándoles momentos, cambiando alguna pequeña acción.

Instó una mirada fugaz hacia ellos y le desconcertó su propia visión de futuro para con uno de ellos en específico. A veces, tiene visiones sobre lo que puede ocurrir, intenta evitarlas, pues no le gusta adelantarse a los hechos, por esta razón, seguirá contando a partir de principios de septiembre, justo después de las vacaciones de verano y de las risas y fiestas que se pegaron antes de empezar las clases, donde todo marchaba divinamente.

Gray y Juvia salían a menudo juntos, los demás comentaban acerca de ello, algo existía entre esos dos, no lo decían y frustraban al resto de su grupo.

Querían saber más actuando como detectives en sus citas, cualquiera diría que son acosadores, pero hasta el tiempo se rió cuando Erza, Natsu y Lucy se vistieron como tal, con una gabardina marrón, gorro negro y gafas de sol negras.

Tiempo entre AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora