Prólogo

2.1K 131 1
                                    

Recargué mi cabeza contra el respaldar del sofá en el que estaba recostada, consiguiendo que la  aguda punzada que sentía en la cien se me pasara por un momento. Suspiré aliviada mientras cerraba mis ojos. Desde ese momento, juraba nunca más volver a beber ni un solo shot de vodka más en mi vida.

¿Cómo rayos había llegado yo, Charlie Hawthorne, a terminar en una situación como esa? Ah claro, ya se la respuesta.

Mi novio me había dejado hace tan solo dos noches atrás. Obviamente, esa no era la razón por la que me encontraba en esa vergonzosa posición. Para ser honesta, a pesar de que Jake y yo habíamos estado juntos desde prácticamente siempre, no me sentía triste, devastada o deprimida como debería, lo único que él había consigo herir había sido mi orgullo. Pero no, esa no era la razón de mi estado. Entonces ¿Cuál era el motivo?

Bueno, al principio me resultaba inexplicable el por qué Jake me había dejado. No me quejaba ni nada, aunque aquello me resultaba un misterio. Pero entonces, la razón de aquella ruptura llegó a mí como un balde de agua fría, resolviendo aquel misterio, el cual se reducía en dos simples palabras:

Madison Ryan.

No me sorprendía en lo absoluto. Por alguna razón, desde el kindergarten que Madison  intentaba hacerme la vida imposible. Y desafortunadamente siempre conseguía lo que quería, aunque claro, yo no se lo hacía tan fácil y siempre le devolvía la pelota. Pero en esa ocasión, ella se había pasado.

Puede que después de  todo, el hecho de que Jake me hubiese dejado no me afectó de la manera que debería haberlo hecho. Pero aún así, ciertamente me dolía perder su amistad, más que nada. Nos conocíamos de toda la vida -literalmente- por lo que habíamos establecido una muy buena relación a lo largo de los años. Confiaba ciegamente en él. Y ahora, gracias a la zorra de Madison,  jamás volvería a hacerlo. Me sentía traicionada.

Como sea, en resumen, la  razón por la que estaba allí en ese estado, era porque hace tan solo un par de horas, en aquella fiesta en la que me encontraba, de no recuerdo quien del instituto, había visto a Madison en la pista de baile, con mi  ahora ex-novio Jake, besándose muy acaloradamente.

Aquello había sido la  gota que había colmado el vaso, o en este caso mi paciencia. Así que esa  era la razón. Y ahora que lo pensaba bien, si tenía que ver con la ruptura después de todo. Genial.

Sentí el sofá hundirse a  mi lado, lo que significaba que alguien más se había sentado. Me quejé  en voz alta, ya que ese ligero movimiento había causado que el dolor de cabeza y las nauseas volvieran. Un par de segundos después escuché que también ocupaban el sillón del costado. A pesar de que sabía que ahora me encontraba acompañada, decidí mantener los ojos cerrados.

—Oh demonios. Te ves realmente mal. Sin ánimos de ofender, Hawthorne.

Cerré los ojos con aun  más fuerza, deseando con todas mis ganas de que de esa forma, aquella  persona dueña de esa inconfundible voz desapareciera. Por desgracia, no poseía poderes mágicos como para conseguirlo.

—¡Lárgate, Nate!  —exclamé en su dirección, cubriéndome la cara con una mano y con la otra  libre tomando un cojín y arrojándoselo a ciegas.

Él soltó una fuerte carcajada y, como no oí ningún golpe, supuse que el cojín no lo había  alcanzado. Era increíble, tomando en cuenta que se encontraba sentado a mi lado en el sofá. Me dije a misma que era porque tenía los ojos cerrados.

—Alguien despertó con el pie izquierdo esta mañana —oí que alguien comentaba con humor.

Esta vez abrí mis ojos,  encontrándome con Zac -el primo de Nate- sentado en el sillón de mi derecha, riendo a causa  de su estúpida broma. Sin pensarlo, tomé otro cojín y se lo aventé.  Afortunadamente, él no poseía los increíbles reflejos de Nate, por lo que aquel cojín le llegó justo en la cabeza. Su pretenciosa sonrisa se  borró de sus labios, mientras me asesinaba con la mirada. Sonreí.

—¿Podrían, por favor,  dejar de comportarse como unos niños, por lo menos por una noche?  Además, ¡Deberíamos estar bailando por allá en lugar de estar sentados sin hacer nada!

Aquella voz femenina e  irritada pertenecía a Phoebe, quien se encontraba acurrucada sobre las  piernas de Zac y con la cabeza apoyada en su pecho, mientras él  acariciaba su cabello dulcemente. Solté un gemido, pero no estaba segura si era por el dolor de cabeza o por lo que estaba viendo.

Asquerosamente adorable, pensé con sorna.

Nate, que aún seguía sentado a mi lado en el sofá, se encogió de hombros y dijo:  —Pregúntaselo a Charlie. Aunque no creo que te responda, me parece que  está en su lecho de muerte.

Mis furiosos ojos se fijaron en él, quien me dedicaba una sonrisa burlona. Solté un gruñido.

—¡Cállate!

—Oh vamos Charlie —Zac sonrió en mi dirección —. No seas aguafiestas. ¡Vamos a divertirnos!

—Me parece que ya me divertí lo suficiente por un buen tiempo.

—Estamos en una fiesta,  amiga. No puedes quedarte el resto de la noche delirando en ese sofá  —replicó Phoebe, frunciendo los labios.

Se me ocurrió volver a contradecir y negarme a mover el trasero de aquel sofá. Estuve a punto de  hacerlo. A punto. Pero, en el mismo momento en el que abría la boca para  hacerlo, mis ojos se desviaron más allá de Phoebe. Me arrepentí  gravemente, ya que mi mirada se encontró con la de Madison Ryan, quién estaba en el otro extremo de la pista de baile, observándome.

Al percatarse de que yo  también la miraba, sonrío de forma presuntuosa y un par de segundo  después desvió su mirada de mis ojos para posarla en su mano derecha. Mi  mirada siguió la suya, y al instante sentí mi rostro hervir. Tenía su  mano entrelazada con la de Jake, y quería que yo lo viera.

Maldita zorra.

—Hey ¿todo bien, Hawthorne?

La pregunta de Nate me  sacó de mi ensimismamiento. Al parecer todos habían notado la mirada asesina que tenía grabada en el rostro.

—Si —respondí secamente —. ¿Saben qué? Creo que tienen razón. Vamos a divertirnos.

Todos sonrieron animadamente mientras se levantaban y comenzaban a guiarme entre la  multitud. La cabeza aún me molestaba, pero no tanto como el odio que se iba formando en mi interior hacia Madison.

Si pensaba que iba dejar pasar aquello así como si nada, estaba equivocada. Nadie se metía con Charlie Howthorne y vivía para contarlo -hipotéticamente-, y me aseguraría de que siguiera siendo así.

Prepárate Madison, el juego apenas empieza.

++++++++++++

N/A: Esta es mi primera historia, así que espero que les guste. Les agradecería mucho si votan y/o comentan :)

Jugando con fuegoWhere stories live. Discover now