Capítulo 34: LA VERDAD

19 5 26
                                    

~🎸~

PAOLA


Abrí mis ojos sintiéndome algo mareada.

Veía borroso y mi cabeza daba vueltas.

Cerré los ojos otra vez y los volví a abrir.

Esta vez veía algo mejor pero aún me daba vueltas todo.

Cuando al fin pude recuperarme luego de varios minutos, comencé a observar todo a mi alrededor.

¿En dónde estaba?

¿Cómo llegué hasta ahí?

Era una especie de cabaña o algo así. Paredes de madera, y techo de palmas.

Yo estaba sentada sobre una silla. Intenté pararme pero no pude, volví a intentar y no lo logré, fue entonces que me di cuenta de la situación en la que estaba.

Mis manos y pies estaban atados a la silla impidiendo que me parara.

Afuera de la habitación se oían voces pero no podía distinguir que era lo que decían. Además de que tenia un fuerte dolor de cabeza y de cuello.

— Dios, sacame de aquí.

Al poco rato, la puerta se abrió y por ella entró un hombre vestido totalmente de negro, llevaba puesto un sombrero negro y unos lentes negros también. Detrás de él iban otros dos.

Comencé a asustarme.

¿Por qué estaban ahí?

— Al fin despertaste — dijo aquel hombre mientras llegaba hasta donde yo estaba. Los otros dos se quedaron parados fijos en la puerta, uno en un lado y el otro al otro.

— ¿Quié...quién es usted? — le pregunté.

Él río con maldad en su rostro.

— Todos me dicen "El Jefe".

— ¿En dónde estamos? ¿Por qué me han traído aquí?

Lo último que recuerdo es que había salido de la tienda, y estaba guardando las bolsas de las compras en la cajuela del auto, luego de eso ya no supe más.

— Haces demasiadas preguntas — respondió — ¿pero en serio quieres saberlo?

— Si...si...— asentí.

— Veras, para empezar todo esto tiene que ver con Erick, ¿lo conoces?

Asentí. Entonces este era el jefe del cual Erick nos habló. Todo eso lo estaba haciendo para que él volviera con él.

Ojalá Erick no lo haga. No importa si tienen que matarme pero no quiero que él vuelva al lugar de donde salió.

— Soy una de sus amigas — respondí.

— ¿Una amiga? ¿Qué tal si te digo que eres más que eso?

— No — negué — No hay nada más con él, solo somos amigos.

— No me refiero a eso. Le dije que iríamos contra los que quería y aquí estas.

— ¿por qué...por qué yo?

Él sonrió mientras uno de sus hombres le pasaba una silla y se sentaba quedando de frente a mi. Otro de los hombres le pasó una carpeta, luego de eso se acercó a mi y desató mis manos.

Sentí alivio cuándo lo hizo. Realmente ya se estaban entumeciendo.

El jefe me lanzó la carpeta, como pude la tomé para que no se cayera nada de lo que contenía.

DE REGRESO A CASAWhere stories live. Discover now