Capítulo 26: DIFICULTADES

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~🖤~

Erick

Esperé el disparo pero nunca llegó. Solo el sonido del arma caer contra el piso me sobresaltó.

Abrí los ojos para ver que ocurría. El jefe había lanzado la pistola y caminaba de un lado a otro por la habitación.

— Te daré una semana para que pienses bien en esto — dijo enfurecido — Una semana, para que desistas de lo que has dicho.

— No voy a cambiar de parecer — dije muy seguro mientras intentaba ponerme de pie — Así que mateme de una vez.

— ¡Una semana Erick!

— ¡No, no cambiaré de opinión!

— Entonces disfrutaré verte sufrir al perderlo todo.

— ¿Por qué no me mata de una vez por todas? — se acercó a mi y me golpeó tan fuerte que hizo que mi labio comenzara a sangrar.

— ¿Y acabar con la diversión? ¡No!, te dejaré vivir y esperaré a que dentro de una semana vuelvas o atente a las consecuencias que vendrán a tu vida.

— Creo que es lo mejor morir entonces.

— No — rió — Aún no es la hora, la muerte tal vez te libraría de mi, pero no es lo que quiero, quiero verte sufrir y al final venir y rogarme que te perdone...

— Eso nunca pasara.

— Ya lo veremos, por qué no solo iré contra ti, iré por aquellos a quienes amas...

— ¡No, esto solo es conmigo, nadie más tiene que verse involucrado! — grité desesperado, temiendo que pudieran hacerle algo a Mía. El jefe sabía de ella.

— ¡Será tú decisión! ¡Ahora Vete, lárgate de mi vista! — gritó.

Los escoltas me tomaron de los brazos y me sacaron hasta afuera, donde me lanzaron contra el suelo.

— Hubiera sido mejor que te matara — dijo uno de ellos — Ahora tu vida ya no será vida porque estará vigilada por él. Sus castigos son lo peor.

No dije nada.

— Ten cuidado — dijo el otro — y piensa bien, no querrás que a tu chica le pase algo o alguien más

Ambos comenzaron a reír.

Me puse de pie y caminé dándoles la espalda. Solo quería huir de aquel lugar.

Caminé rumbo al hotel en medio de la oscuridad de la noche. No había rastros de la luna o las estrellas, todo estaba completamente oscuro.

Al llegar al hotel, entré y subí hasta la habitación. Introduje la llave en la puerta pero esta no se abrió. Volvi a intentar y nada. La puerta no abría.

Toqué para ver si Santiago estaba. Y si, si estaba. Abrió la puerta y se recargó en el Marco.

— ¡Erick! — sonrió al verme.

— La llave no abría — le dije.

— Lo se. Acabo de mandar a cambiar la chapa antes de que llegaras.

— ¿Qué hiciste que?

— Lo que oíste.

— ¿por qué? Yo también vivo aquí, debiste decirme o darme un nuevo juego de llaves.

— No — negó.

Rodé los ojos. No estaba de humor para sus tonterías. Intenté pasar pero él se interpuso.

DE REGRESO A CASADonde viven las historias. Descúbrelo ahora