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Jimin aseguraba que dentro de aquella habitación, se sentía incómodo y avergonzado.
Sus orbes deleitaban a una infinidad de mujeres hermosas que platicaban entre ellas, abrumándose así solo por ser el único chico entre todas las jóvenes.

—Definitivamente fue una mala idea.
—murmuró para si mismo, rascando su nuca para luego dirigirse afuera de la habitación y sentarse en los pasillos que daban al patio, tratando de tranquilizarse un poco.

—¡Hola! —De repente, una chica apareció a su lado sentándose junto a él, tomándolo por sorpresa.

—H-hola... —Jimin le dedicó una pequeña sonrisa.

—¿Cómo te llamas? —preguntó risueña. —yo soy Ha-neul. —contestó, dando su mano para saludarlo.

—Soy Jimin. —respondió el rubio, correspondiendo a está.

—Dime... ¿por qué razón decidiste entrar aquí? —le cuestionó la castaña junto a una faceta intrigante, esperando su respuesta.

—Bueno... no es nada importante.
—respondió el rubio, tratando de evitar persuadir interés en la chica.

—Ya veo... —expresó. —Sabes, tu piel es muy bonita y se ve suave. —admitió.
—serías muy linda si te maquillas un poco.

El rubio frunció el ceño sin entender sus palabras.

—¿Maquillarme? —se señaló a sí mismo. —¿eso que significa? —cuestionó confuso.

—Tus facciones son algo duras, pero se armonizan con tu rostro femenino. —siguió hablando. —que envidia. —expresó sonriente.

Jimin se quedó pensativo ¿acaso la chica pensaba que era otra persona?

De un momento a otro, una campanilla resonó en la habitación llamando la atención de la doncellas. —¡Por favor reúnanse todas conmigo!
—El llamado de una mujer mayor, se hizo presente en aquel lugar.

—¡Vamos Jimin! —le indicó Ha-Neul al rubio, jalándolo del brazo hasta sentarse al fondo de todas las demás frente a la mujer con porte elegante.

—Desde hoy, ustedes fueron seleccionadas para prepararse y ejercer un papel en el palacio. —comentó. —Tal vez muchas ya saben sobre los actos que conlleva ser una dama de la corte. Algunos de ellos, es ser la concubina del rey.
—señaló.

Jimin juro que su corazón había sido pisado con vigor.

—Ahora, se someterán a pruebas que servirán para ser validadas como criadas en el palacio. —añadió, articulando gestos con seriedad. —Y tengan en consideración, que a partir de ahora, ustedes servirán por el resto de sus vidas en la casa real. Y otro detalle, es que solo unas cuantas tendrán la fortuna, de ser la esposa de su majestad. —agregó.

La respiración de Jimin se detuvo, aquel hombre con espadas jamás le había dicho sobre ello. Jamás pensó, que al entregar su vida al moreno, significaba vender su dignidad y orgullo actuando como una doncella al hombre que tomaba posesión sobre el país.
Nuevamente, se sintió patético al ser engañado por un completo desconocido.

—Jimin... ¿Estás bien? —Ha-Neul lo observó preocupada, al notar el rostro del rubio con tal palidez.

De un momento a otro, Jimin sintió su cabeza marear junto a sus ojos entrecerrarse, envolviendo a su cuerpo en sudor frío, hasta derrumbarse finalmente.

The king's concubine Where stories live. Discover now