Primer Día del Imperio

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Después de un año en completa tranquilidad, justo el día en que sus hijos empezaron a llamarla mamá en repetidas ocasiones, el Imperio envió agentes de asalto, y ella cerró las puertas de su casa para siempre, sólo saliendo cuando esos agentes se iban lejos de la ciudad donde vivía para ir a visitar a Owen y Beru.

Obi-Wan dijo que la buscaría cuando su misión acabara, pero ella esperaba que se tardara lo suficiente como para que esos agentes se fueran de Tatooine.

Sin embargo, no parecía que eso fuera a ocurrir muy pronto, algo que no le agradaba para nada a Padmé, quien ocultó aún más su rostro cada vez que salía, excusándose en que tenía algún accidente en casa y las cicatrices se empezaban a formar en su rostro.

Ése mismo año escuchó la noticia sobre el arresto de un par de personas más que criticaban al Imperio y su forma de gobernar, algo que la deprimía sobremanera... aunque no podía hacer mucho, realmente tenía esperanzas en quienes se oponían al Imperio.

Sin embargo, cada vez eran menos quienes se atrevían a oponerse al Imperio, y eso la asustaba y preocupaba de sobremanera, porque eso significaría que la gente pronto dejaría de pensar en cambiar el sistema, que perderían su esperanza en la democracia.

A diferencia de Mira y Ephraim Bridger, quienes, desde Lothal, transmitían criticando al Imperio y a Palpatine de frente, pero por suerte no habían sido capturados aún... y ella esperaba que siguiera siendo así.

—Shmi—La llamó alguien y ella se giró a verlo —¿Sí? ¿Ocurre algo?—Preguntó ella —La paga de hoy, te agradezco por todo lo que has hecho hoy—Dijo su jefe y la despidió para que fuese a casa a cuidar de sus hijos.

Al llegar a su humilde hogar, Padmé suspiró con pesadumbre y sonrió al ver a sus hijos caminar alrededor de C-3PO, quien ya estaba cansado de que los pequeños intentaran confundirlo al caminar en círculos a su alrededor.

Padmé se rió levemente y se acercó a sus hijos —Leia, Luke, dejen en paz a 3PO—Dijo Padmé antes de tomar en sus brazos a sus pequeños hijos, quienes sonrieron de alegría al ver a su madre.

—¡Mamá!—Dijeron ambos gemelos sonriendo a su madre y dándole cada uno un beso en la mejilla.

Padmé les sonrió a sus pequeños hijos, y de nuevo empezaron su nueva rutina, ahora que ellos dos ya podían caminar, la pequeña familia se sentaban todos juntos a comer bien y jugar antes de prepararse para ir a visitar a Owen y Beru, a quiénes visitaban una vez a la semana.

Realmente no había nada remarcable, cuando el Imperio celebró espectacularmente su primer año de gobierno autoritario, Padmé sólo preparaba el dinero para comprar un pequeño festín para el primer cumpleaños de sus hijos.

Sabía que no habría nadie que celebrara junto a ella salvo por Owen y Beru, por lo que, para arreglarse un poco y verse diferente aquel día, eligió usar aquel camisón lila que usaba cuando estaba embarazada de los gemelos.

Dos días después del llamado "Día del Imperio", Padmé llevó un muy pequeño pastel para celebrar a sus hijos, y se encargó de preparar la comida suficiente para Beru, Owen y para ellos tres.

R2 grabó todo ése día, y ella estuvo más que encantada al ver la sonrisa de sus pequeños hijos al celebrar su primer año de vida, era un momento que esperaba que durara para siempre, pero ella sabía que eso era imposible.

Al notar a la familia más cercana que tenían sus hijos estar presentes en este momento tan importante, Padmé volvió a notar la ausencia de Anakin y tocó el collar tallado en madera de Japor que le había hecho su marido.

Lo extrañaba, no podía negarlo aunque quisiera, pero debía continuar con él o sin él, debía continuar, por sus hijos...

En ése momento se preguntó qué sería de los familiares que dejaron esas personas arrestadas atrás, hasta donde sabía no se habían llevado a nadie salvo a los opositores, eso quería decir que los habían abandonado ahí...

Padmé, como madre, se sentía débil e impotente, pues no podía creer que pudieran dejar solos a niños pequeños en una galaxia tan solitaria y enorme...

Algunas zonas de la misma estaban llenas de Imperiales, alguien debió haber ido a sacar a los niños para cuidar de ellos y que no estuvieran solos, o eso pensaba Padmé.

Esa era la esperanza que Padmé podía guardar en su corazón mientras disfrutaba de la felicidad de sus hijos y la algarabía del momento que estaban viviendo.

Fue cuando estaba despidiendo a Owen y Beru que notó que Luke y Leia, dormidos sobre la mesa ante su agotamiento, se sujetaban las manos con gran fuerza, cómo si se aferraran el uno al otro de alguna forma, algo que le pareció curioso a Padmé.

No había notado en qué momento empezaron a tomarse de las manos, y no estaba segura de si hacían eso de forma consciente o inconsciente, pero estaba segura de que sus hijos eran inseparables a pesar de todo.

Eso la alegró mucho, y cargó a sus dos pequeños bebés para llevarlos a la cama antes de acostarse ella misma al lado de la cuna de sus hijos, cerrando sus ojos para olvidarse de sus preocupaciones.

Mi ángel ha vueltoWhere stories live. Discover now