Capítulo diecisiete

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Caminar por bosque nevado, a quién sabe cuántos grados bajo cero, con neblina y en pendiente es una cosa que puede ser difícil. Pero es aún más complicado cuando te duele todo el cuerpo, tu control de esfínter es malo y tienes que detenerte cada cierto tiempo para evitar sentir que algo sale de ti sin que puedas controlarlo.

En ese momento estaba realmente agradecido de que lo hubieran alimentado poco y en su mayoría con líquidos, pero no por eso dejaba de detenerse para dejar pasar aquella sensación.

Una mierda total.

Su respiración estaba agitada, la cara le ardía por el frío y sus dedos de las manos estaban entumecidos gracias a que no llevaba guantes, pero aun así intentaba no detenerse, tenía que alejarse lo más posible.

Dio un paso en la nieve, y su corazón dio un salto cuando sintió hundirse, incluso jadeó y dio un grito ahogado, pero el resultado solo fue que su pie quedó un par de centímetros dentro de la nieve.

Con nerviosismo miró a su alrededor, extendió los brazos y dio otro paso, aliviándose cuando la nieve no volvió a hundirse. Salió del pequeño hoyo y siguió avanzando, esperando pronto encontrar a alguien que le pudiera ayudar.

No sabía realmente si ya lo estaban buscando, esperaba que no, pero aun así estaba muy alerta.

Bien podría intentar ocultarse entre la maleza, pero hacía frío, y si algo le había enseñado su padre era a no revelar su ubicación.

Cuando era niño, su padre los tomó a todos y los llevó de campamento para poder enseñarles sobre supervivencia. Desde hacer una fogata hasta hacer trampas para conejos y pescar en el rio. Había sido un gran día, pero en la noche llegó una lección muy importante.

—Siempre que estén huyendo o escondiéndose, eviten encender una fogata en zonas donde estén desprotegidos, aunque solucionen el problema del frío, estarían agregando uno nuevo, que es el revelar su posición al enemigo.

Esas palabras se habían quedado grabadas en su mente, y viendo la oscuridad en la que estaba, si encendía una fogata sin duda sería muy vistoso.

El terreno pronto se volvió una pendiente, así que con cuidado comenzó a bajarla, había árboles que le estorbaban a la vista, pero conforme los fue pasando pudo ver a los lejos algunos destellos.

Eran luces.

Y sintió alivio, un rayo de esperanza se asomaba para él.

Pero aquello no duró mucho, porque escuchó una rama romperse a sus espaldas.

Se congeló.

"No, por favor, no", pensó con terror.

No escuchó nada más, pero aun así, no iba a confiarse. Caminó hasta el siguiente árbol, se sostuvo del tronco e intentó calmar su agitado corazón.

"No puedes dejar que te atrapen, no al menos tan rápido, tienes que escapar... esos bastardos no van a detenerte" se dijo a sí mismo, suspirando.

Cerró los ojos por un momento para mentalizarse, los abrió y finalmente corrió colina abajo. Sabía que era arriesgado, pero no sólo lo sería para él. No se iba a hundir solo.

Había momentos donde sentía que no podía controlar su velocidad, asustándolo un poco, pero aún no tropezaba, así que era algo. Lo plano comenzaba a sentirse y aquello era un alivio, sobre suelo plano podría moverse mejor.

La adrenalina iba a tope en su sangre, pensando únicamente en perder a quien quiera que lo estuviera siguiendo. Su pie apenas había tocado la parte más plana del terreno cuando algo le rozó la cara y le produjo una ardor acompañado de la sensación de algo caliente en su cara, pero no iba a detenerse a averiguar que era.

Broken|| Country Humans UcraniaWhere stories live. Discover now