Capítulo tres

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– Hace mucho no vienes... sabes que tu padre no se molestará, sería lindo vinieras a ver a Reiviet – decía el nacionalista a través del teléfono, estaba puesto en alta voz ya que Ucrania estaba lavando los trastes.

Se sentía bien ese día, tenía ya una semana sin verlos a ellos.

– No creo sea buena idea... no quisiera afectar a mi hermanito con mis problemas de radiación – respondió el bicolor dejando la última taza secándose.

Finalmente todos sus trastes estaban limpios, eso era un logro ya que no podía recordar cuando fue la última vez que todos sus trastes habían sido limpiados.

– Antes eso no parecía importarte... – dijo Reich en tono suave, él sabía que algo le ocurría al chico, incluso su instinto de padre se lo decía –. Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad?

– Lo sé – el ucraniano suspiró... Reich siempre era lindo con él, aunque Alemania se enojaba por aquello, Third seguía tratándolo bien –. ¿Puedo preguntarte algo muy íntimo? – preguntó tímido.

– Mmmm... seguro.

– ¿Alguna vez mi papá se... propasó... contigo?

Reich se quedó en silencio, ¿por qué Ucrania preguntaba eso?

– ¿Propasarse en qué sentido? – peguntó de vuelta el alemán para estar seguro de que responder.

– ¿Te tocó sin que tu quisieras... haciéndote daño?

– Oh... no, jamás hizo algo así... Ucrania, ¿pasa algo?

– ¿Ni cuando te mantuvo prisionero? – preguntó el menor intentando evadir la pregunta de su padrastro.

– No... solo me dejaba solo y sin comida... ¿Ucrania... alguien esta...?

El chico se sentó en el suelo de su cocina, recargándose contra una de las puertas de la barra, mientras las lágrimas caían de sus ojos.

– Yo... yo los dejo... – admitió sorbiendo por la nariz.

– Ucrania, si tu no quieres sigue siendo abuso, ¿quién es?, ahora mismo voy y lo mato yo mismo.

– Déjalo... solo... déjalo... me tengo que ir.

– Ucrania...

– Dale un beso a Reiviet de mi parte.

– Ucrania...

El chico colgó y apagó su celular, se estaba arrepintiendo de lo dicho.

Se levantó del suelo limpiando sus lagrima y salió de la cocina, se encaminaba a la sala cuando alguien tocó el timbre, se le hizo raro, nadie lo iba a ver a parte de ellos, y ellos solo tocaban la puerta.

Se encaminó a la puerta y la abrió con curiosidad, al mirar quien tocó el pánico lo invadió.

– Creí que había quedado claro que no debías hablar con nadie... cielo... – el hombre empujó a Ucrania al suelo con fuerza mientras entraba a la casa y cerraba la puerta tras de él.

– Y-yo n-no he dicho n-nada – dijo el país en el suelo, retrocediendo con pánico.

– Escuché tu llamada con la perra alemana... y vas a pagar.

El hombre se acercó y tomó al ucraniano del cabello, lo hizo levantarse y lo arrastró escaleras arriba, el chico no podía más que soltar quejidos de dolor mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Una vez en su cuarto, lo tiró al suelo, sacó unas esposas de detrás de sí y sometió al bicolor, este no dejaba de llorar presa del pánico.

– P-por favor... ya no quiero... – dijo entre lágrimas, sintiendo como el otro le jalaba del cabello y le colocaba un trozo de tela en la boca, lo estaba amordazando, eso solo significaba que las cosas se iban a poner muy feas para él.

Broken|| Country Humans UcraniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora