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SIMÓN

Simón no dijo ni sí ni no a ayudar a Magnus, pero ya ha sido arrastrado a la otra habitación como si se diera por hecho que tendrá que ayudar. Es arriesgado, porque si no logra recibir la transfusión a tiempo puede acabar todo para él, pero ver la situación que tiene delante de sus ojos también le hace que el riego no puede ser nada si puede ayudar a alguien como Raphael. No tiene mucha confianza en Magnus, porque casi lo lleva al límite de su propia muerte, pero el Demonio que está encadenado con cadenas y parece dormir en aquella cama merece vivir una vida libre de Edom.

— ¿Qué pasa con Edom después de esto?

Su mirada todavía sigue en la persona que está inconsciente, sin prestar atención a Magnus que del lado donde ellos están, porque Raphael está detrás de algo parecido como una jaula, está preparando una maquina llena de contenido líquido que va a servir para reponerlo una vez que termine de alimentar al Demonio.

— Cerré Edom hace unos días, por eso están desesperados buscando a Raphael— dice Magnus— es el único que tiene sangre de este mundo con Edom, lo que lo hacía apto a ser una puerta alternativa. Si destruyo esa unión con aquella parte, entonces no podrán liberarse más, que los simples demonios débiles que usan los Nephilim para sus cacerías nocturnas. No sé cómo acabar con ellos y no me da el corazón para arruinarle la noche de diversión de mi garbancito.

— Tu también tienes la unión de ambos mundos— apunta Simón.

— Sí, pero es difícil atraparme— dice Magnus sonriendo—, he sobrevivido todos estos siglos y he burlado todas sus maneras de intentar acabar conmigo. Si algún día lo logra... seguramente es porque yo lo he permitido.

Simón no logra pensar en nada más y se mueve más cerca de las rejas, intentando observar con atención si no hay nada malo en aquella persona inconsciente, si no hay ninguna trampa.

— ¿Cómo debo alimentarlo si está inconsciente?

— Ven, te ayudaré.

Magnus abre la jaula, Simón lo sigue de cerca hacia donde está la persona inconsciente, y estando más cerca puede observar mejor el rostro del Demonio que dejará de ser Demonio en unos minutos, es alguien guapo, bastante guapo, tanto que invita a no dejar de mirar por miedo a que desaparezca. Simón se pregunta si una vez que su lado demoníaco desaparezca, esa atracción desaparecerá o no.

— Dame tu mano Simón— dice Magnus.

Sin negarse tiende su mano porque sabe lo que se viene, es algo que aprendió en el clan y que cambió mucho de su manera de pensar en cuanto a lo que conocía. El clan se alimenta de la arteria yugular cuando de por medio hay algo sexual, no solo porque el éxtasis del mundano y la adrenalina pasa al subterráneo en ello, sino que ambas sensaciones generan una pequeña emoción que se perdió al ser transformado. Por eso ellos tienen subyugados para experimentar una vez al mes, ya que algo así tiene que mantenerse controlado sin volverse adicción.

La otra forma de alimentación y menos íntimas es a través de la arteria de la muñeca, una manera de alimentación agradable, pero nada que conlleve a sobrepasar los límites de algo que algunos no quieren vivir. Hay subyugados de todo tipo, Simón acaba de enterarse que es uno especial, así que ha decidido vivir con la segunda opción y si aquello le genera malestar, jamás pisará los edificios de los subyugados como lo ha estado haciendo.

Una herida abriéndose por un corte causado por Magnus hace que el líquido escarlata comience a caer de inmediato, Magnus le abre los labios a Raphael y el líquido comienza a ingresar. No hay movimientos de la persona inconsciente, el líquido rojo mancha sus labios y el silencio en el lugar crea incertidumbre. ¿Está verdaderamente inconsciente o...?

EL DEMONIO QUE NO PARECE DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora