Lo que viene a comenzado {t.v.d.}

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Siempre he sabido que las circunstancias cambian las prioridades. Por muy arraigadas que creas que son tu moral y tus principios es impactante como casi todo en ti se transforma. Aunque en realidad pienso que el tiempo es algo relativo, es indudable que influye en cada átomo y molécula que componen tu existencia. Solo conozco una máxima inmutable : la necesidad obliga.

Hace años solía dejarme llevar por las emociones. Teniendo una enfermedad desconocida que debilitaba considerablemente mi cuerpo, mi mente se coronaba como la reina y protagonista de mis días. Hacía los sentimientos tan profundos que me envolvían, asfixiándome en mi propia miseria. Sin importar si empezaba con un buen pensamiento todo se tornaba triste, oscuro, vacío. Medraba la mínima energía que poseía. Y por mucho tiempo creí firmemente que no experimentaría un dolor mayor a ese.....que ilusa.

Cuando nacemos llegamos a este mundo entre dolor y sangre envueltos en nuestro propio llanto. Mi segundo nacimiento no fue tan diferente. No puedo recordar quién fue el que me hizo partícipe de esta nueva realidad, jamás conocí su rostro. Solo recuerdo lo que sentí desde el primer segundo de abrir mis ojos. Lo recuerdo todo.

Vergüenza al reconocer en lo que me habían convertido. Desesperación de no poder volver a ver a mi familia. Rabia al comprobar que tan solo fue por un acto de cobardía y egoísmo de un desconocido. Dolor al comprobar que a partir de ahora estaba sola. Y sed. Una tan visceral que me engullía volviéndome prácticamente una bestia.

Tuve que convivir con la mentalidad de una humana y las necesidades de un monstruo durante decenios en total decadencia. Los primeros años los llené con recuerdos atroces de las matanzas de inocentes que llevé a término. Hasta que a finales de mi vigésimo quinto cumpleaños siendo vampira mi camino se cruzó con un par de almas aun más oscuras que la mía.

Al comienzo supuse que su intención era acabar conmigo. Pues mi forma de "vida" no era sutil por muy en las sombras que la perpetrara. Demasiados cadáveres dejados atrás. Demasiadas evidencias y rastros que conducirían a los humanos ignorantes del mundo sobrenatural a nosotros. Estaba preparada para mi definitivo final, más no para lo que aconteció aquella noche.

 Se pusieron a discutir sobre mi. Mientras uno aseguraba que mi problema era la falta de autocontrol en cuanto a sed se refería, el otro sostenía que mi gran obstáculo era haber apagado mi humanidad. No entendía el significado de eso último hasta que me lo explicaron. Se podía decir que equivalía a dejar de sentir cualquier sentimiento, volviéndote una criatura que se guiaba enteramente por sus instintos. Vivir, o mejor dicho sobrevivir sin remordimientos.

No puedo expresar con palabras la magnitud de su sorpresa al declarar que eso era imposible. Puesto que me había impuesto como obligación en un primer momento y como castigo un tiempo después, sentir cada una de las emociones que conforman al ser humano con la crudeza brutal que conlleva hacerlo como vampira. Sus caras fueron todo un poema al saber que no mentía.

Y les bastó verme en acción para llegar a la conclusión acertada del por qué del grotesco espectáculo que causaba al alimentarme. Más allá de la adrenalina que suponía la caza, incluso más profundo que el hambre por la sangre. Fue desalentador para mi escuchar la verdad. Con toda certeza mi vorágine de muerte se debía al placer de verles morir. A la atracción arcaica que suponía ver el terror en sus ojos al tiempo que sus vidas se extinguían entre mis manos.

Aun ahora, pasado ya el cuatricentenario de aquel esclarecedor día, mi mente y mi cuerpo evocan aquella noche traspasando todos mis sentidos. Primero la sonrisa oscura de siniestra satisfacción que lucía el menor de ellos contrastando con el azul de sus ojos.  La cual se grabó a fuego en mis retinas, al punto que con tan solo cerrar mis ojos la imagen aparece ante mi.

One-Shots RandomWhere stories live. Discover now