CAPÍTULO 6

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Arian contempló su propia mano. La sensación de la piel áspera de Rhys perduraba en ella. Por algún motivo, que no logró explicarse, se le aceleró el corazón. Su lobo se encontraba inquieto, y por instantes se asomaba a través de sus ojos para espiar.

—... Pero puedes decirme Crimson. —Procedió a señalar al par de hombres que los acompañaban—. Ellos son Cedric, mi primo; y Ozara, mi niñera. —Se rio entre dientes—. Mejor llámalos Sundown y Misery.

—Ssssí.

—¿Cuál es tu nombre?

—A-Arian.

—¿Y eres el hijo Heartless? ¿De verdad?

—Ssssí.

—No te pareces —comentó Ozara, en tono burlón.

Arian inclinó la cabeza, mordiéndose el labio para contener un quejido. Aquel era uno de los casi inexistentes favores que debía de agradecerle a la diosa. Estaba convencido de que enloquecería si al mirarse al espejo lo único que encontraba era el rostro del diablo.

—Me... me pa-parezco a mi ma-mami.

—¿Y dónde está? ¿Cómo te dejó venir solo a este infierno, acaso...?

—Mu-mu-muerta. Él... él... él... Mi-mi mami...

Su intento de explicación fue interrumpido por los actos de Rhys, quien tiró de él hacia su regazo y lo sostuvo con fuerza.

—Ahora estás a salvo —murmuró.

Sus dedos lo sostuvieron por la barbilla y le alzaron el rostro. Arian se encontró ante sus ojos, que eran un par de profundos pozos escarlatas en los que se hundió. No había visto nada parecido. Era como detrás de la sangre que se ondulaba en ellos se encontrase algún demonio... que lo llamaba. Repetía su nombre sin descanso, con aquella voz áspera y potente como el bramido de un mar furioso. Con todo, no le produjo miedo; en realidad, se sintió tan protegido como lo estaba en aquellos brazos que lo sostenían con fuerza.

»Estás a salvo. No dejaré que te lastimen. ¿Me crees? —continuó.

—Ssssí.

Incluso sabiendo que debía decir algo más, no halló el valor para hacerlo. Tuvo el presentimiento de que las palabras probablemente sobrarían. Puede que acabaran de conocerse, pero sus corazones se entendían con una facilidad que lo abrumaba. Nunca experimentó nada similar, ni siquiera con su madre.

El recuerdo de Aine, enfrentándose a Blake para salvarlo, le vino a la mente y trajo lágrimas a sus ojos. No había podido despedirse. Deseó tener el poder para regresar en el tiempo y decirle lo mucho que la amaba.

No se percató de que estaba temblando, mientras sollozaba, hasta que Rhys se apartó un par de centímetros para volver a verlo a los ojos. Arian tragó con dificultad al encontrarse reflejado en ellos. Tenía el aspecto de un alma en pena, y estuvo seguro de que sus lamentos silenciosos eran similares a los de una Banshee.

Luz de luna carmesí | Manada de Crimson Lake#1 | 2 ediciónWhere stories live. Discover now