Capítulo 32

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—¡AHHHH!— grita mi aurora y el temblor de sus piernas me avisa que va a colapsar, se corre en mi boca unas dos veces. Me levanto le doy un beso en la espalda mientras sigo acariciando con mis dedos y con mi mano libre quito el botón del pantalón y bajo el cierre, pero ella me detiene
—espera— se voltea frente a mí y me besa buscando su respiración y me mira con pasión
—quiero hacer algo que pensé mientras me comías así— la veo ponerse de rodillas y la tomo por el mentón
—¿que pretendes?— y saca mi pene que está erecto y le da unas caricias suaves con sus manos de porcelana y sus ojos me miran con ternura, pero a la misma vez hay lujuria en ellos.
—q-quiero saber que se siente hacer esto— lo acaricia suave y me invade el deseo de cogerla tan duro que tenga que llorar para que me detenga, pero solamente me muerdo el puño controlándome y espeto.
—¿no será otra loca idea de Grace?— ella niega, pero frunce el ceño y recuerdo que ella no sabe que espió sus conversaciones, pero no piensa en eso y dice algo que me estremece.
—sus ideas no son tan locas después de todo, tú me haces de todo y me gusta y no me pides nada a cambio, ahora yo...— se acerca a el hasta sentir como su lengua suave y tibia se desliza por la punta y la detengo.
—necesito sostenerme de algo, hoy soy yo quien no va a resistir a tus encantos— pero ella se niega
—no, quiero que me veas, que veas mi reflejo, que tus ojos no se aparten de ahí— me da un beso y espeto temblando
—no se que te esté sucediendo, pero me encanta—

Poco a poco lo engulle como serpiente a su comida y trata de hacerlo con delicadeza, aunque me roza un poco con los dientes, aún así no se siente nada mal solo un poco más de experiencia. La guió suavemente mientras toco su cabeza
—así, ahora éntralo un poco más, suavemente que tus labios y tú lengua sean lo único que hagan el trabajo—
ella me mira con la cara roja de la vergüenza, pero aun así no deja de verme y lo saco de su boca haciendo un leve sonido excitante con la baba y la golpeó con el en las mejillas
—quítate la camiseta— la ayudo y me ayuda a bajarme más el pantalón y espeto
—que conste que no te pedí esto— la tomo por la nuca encorvando mi espalda para estar a su altura y la beso con hambre y le hablo
—pero voy a disfrutarlo como no te lo imaginas así que haz tu mejor esfuerzo, demuéstrame que hay detrás de esa niña tierna—

Lo vuelve a tomar con sus manos y el vaivén de su cabeza es hermoso, no suelto mi mano de su nuca y la empujo poco a poco porque no soporto estar siendo yo el dominado, de siente demasiado rico.

Trata de entrarlo lo más que puede y sus reflejos y ganas de vomitar la atacan y de sus ojos brotan lágrimas por la presión y el choque a su garganta, pero esa lengua de ella es tan suave que a medida que la pasa por la punta me estremezco, y cada vez que succiona la punta tiemblo.
—así ¡shhhh! buena chica— le hablo en susurro mientras le hago el amor en la boca y veo mi reflejo en el espejo cosa que había olvidado por completo por concentrarme en ayudarla y se ve preciosa desde aquí y solo verla me hace sentir como un nudo con presión se hace en mis testículos
—si sigues así, voy a correrme en tu boca ¿estás dispuesta a tragártela toda?— la detengo y lo saco y veo su carita roja y excitada con baba colgando de mi pene a sus labios y niega con una sonrisa traviesa y me habla haciendo que entrecierre los ojos y respire profundo para no violarle la garganta como quería por ser una chica mala.
—córrete donde desees— y lo vuelve a engullir chupando tan duro y suave a la vez que me estremecí y terminé corriéndome en su boca mientras gemía y jalaba su cabello, echando mi cabeza hacia atrás por el furor del orgasmo desbastador. Una pequeña tos la atacó y la vi tragar mientras el semen se derramaba por la comisura de sus labios los cuales lamía.

Volví en sí y la miro, pese a sus ojos llenos de lágrimas me sonríe y la levanto y la abrazo con amor
—¿estás bien? ¿Estás muy avergonzada?— mi camiseta negra se ensucia y no me importa. No se porque me siento extraño por dejarla usar su boca para eso. En mis ojos ella es tan frágil y tierna que me parece absurdo que me moleste conmigo mismo por eso, pero lo hago.

—estoy bien Duncan, no es algo del otro mundo ¿no es lo que hacen las parejas?— la alejo un poco de mí y tomo su mentón limpiando con mi dedo pulgar la comisura de sus labios
—no quiero que jamás vuelvas hacer algo que...— me coloca el dedo en la boca
—¡shh! No hice nada que yo no quisiera, estas muy alarmado ¿a caso no te gustó?— abro la boca y me muerdo el labio creo que a este paso me lo iba a desgastar.
La tomé por el cuello suavemente ella estaba siendo una chica muy sucia y me tenía embobado.

—estas siendo muy mala ¿donde esta mi chica tímida?— alzo un ceja y esa sonrisa, mientras la ahorco como siempre me hechiza
—estoy aquí frente a ti y no te imaginas, no tienes idea de lo avergonzada que estoy viendo como me miras así, pero he decidido hacerte mi esposo y creo que debo empezar a comportarme como una esposa aunque me avergüence como ahora— doblo mi cuello y le golpeo un poco la cara ella me mira y ríe sin contenerse y le hablo
—¿que hubiera pasado si no logro encontrarte a tiempo?— ella se da la vuelta dándome la espalda y diciendo cosas sin intenciones de darme celos, pero no puedo evitarlo.
—¡hmm! Supongo que hubiese dado mi virginidad a un desconocido, no estaría embarazada, seguiría normal en Harvard y quien sab...— me pego de ella y la abrazo fuerte
—no sigas imaginando algo así, ni en tus pensamientos quiero que te imagines a alguien que no sea yo— se mira en el espejo y mis manos tocan sus pechos mientras beso sus hombros y los acaricio suave, pues siente mucho dolor en ellos por el embarazo y recuesta su cabeza de mi pecho, busca mis labios y la beso
—me tienes tan asombrado mi hermosa aurora— me sonríe en los labios
—sigue sorprendiéndote un poco más y hazme él amor Duncan, mientras vemos nuestros reflejos en el espejo y me aprietas duro por la cintura— se sostiene del mueble y solo bastó eso para ponerme duro, jugar con su entrada y entrarme en ella hasta sentirla encorvarse acomodándose al tamaño.
Lo hago lento, siento sus paredes apretarme el pene con fuerza y no evito ese gemido placentero y en voz baja le hablo
—¿te molesta que no pueda evitar mis gemidos?— ella disfruta, no ha dejado de gemir ni un solo instante
—todo l-lo con-contrario, nunca dejes de hacerlo, lo haces tan hermoso que me pierdo en ellos— soy duro  hundiéndome con fuerza y grita
—¡HAAA!— baja la cabeza mientras su cuerpo se mueve al compás de las embestidas.
—no bajes la cabeza, mírame— le exijo y ella me obedece mientras su trasero choca en mi pelvis haciendo un sonido agradable, abrazo su vientre bajo sin hacerle presión y aprieto su cuello mientras le doy como le gusta duro aunque se niegue así le gusta.

Me corro nuevamente y estamos bañados en sudor, respira profundo y la sostengo para que no caiga sus piernas temblaron teníamos mucho en la misma posición. Me quito la ropa y vamos a la bañera y ahí otra vez cogemos duro mientras me grita que siente que no puede más, pero esto no me detiene
—tú creaste este monstruo, cálmalo solita— el agua se desborda por bañera y ella se mueve sobre mí despacio, pero dándome sentones profundos y el sonido del agua es agradable va acorde con sus movimientos. Se que está cansada así que cedo y muerdo su hombro para terminar besando sus labios exhausto y escucharla respirar profundo y hablarme suave —he vencido el monstruo.— sonrío mientras cae en mi pecho y la abrazo con dulzura y en mis adentro pienso ~por esta y otras razones me volviste un egoísta contigo aurora, cuánto te amo~
—aurora—
—¡hmm!— gime con sus ojos cerrados
—te quiero— se remueve en mis brazos
—yo t-también.

Grito de: quiero un Duncan.

                             Grito de: quiero un Duncan

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