₂₁Un mapa hacia HellMist

9 5 10
                                    

¿Sabes lo que es segundo de guerrero?

Contempló las blancas telas y las vigas de madera del techo de la carpa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Contempló las blancas telas y las vigas de madera del techo de la carpa. Movió la cabeza, frunciendo el ceño por el dolor, gimiendo. Tenía en el cuello un vendaje sólido, grueso y muy profesional. Su único instinto fue buscar el anillo de su madre de entre sus dedos.

—Estate tendida —ordenó una voz femenina, provenía de la silueta que la observaba desde la esquina de la carpa— Estate tendida, no te muevas.

—Mi.. anillo.

—Claro, claro. Por supuesto, lo más importante es tu anillo. Está aquí, no temas. El anillo y cada una de tus cosas. Sí, sí, no digas nada. Oh, y tus amigos están bien por cierto. Lo están desde hace dos días.

—Dos...

—Pues sí, dos.. Perdiste mucha sangre. Por suerte el curandero corrió hacia ti apenas te desmayaste. No durmió nadie aquella noche. No se podía. No con lo que mostraste.

La joven de cabello blanco cerró los ojos.

—Iré a avisarle a mi padre que no moriste —la silueta se levantó—Descansa. ¿Kryo, no? Antes de que me vaya, dime, ¿por qué dejaste que te golpeara? ¿por qué jugar con él?, ¿eh?

La joven de cabello blanco dormía.

—¡No te atrevas a volverte a dormir!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—¡No te atrevas a volverte a dormir!

Kryo alzó la cabeza, expulsado del sueño. El sol estaba ya muy alto, traspasaba con violencia las molduras de los postigos cegándole con manchas de oro, penetraba la tienda con tentáculos de luz. La joven se tapó los ojos con las manos, sin necesidad, un gesto instintivo del que nunca se había librado, pues bastaba sólo contraer las pupilas hasta volverlas apenas unas rendijas perpendiculares.

—Ya es tarde —dijo, corriendo las pieles de la entrada.

Kryo se le cortó el aliento al contemplar la majestuosa tienda en la que se encontraba. Era casi tan inmensa como la que tenía el trono, y aquello era de un lujo inconcebible. El suelo y las paredes brillaban como si estuvieran forrados de metales preciosos, y la brisa que se colaba por la entrada era gélidamente acogedora para la hija del Invierno. La cama era blanda y cómoda debido a las pieles, eran tan suaves y cálidas.

¹Reyes del Norte•GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora