₇Herida de león

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Qué cosas hago por amor

EI rey Robert habia llegado al norte acompañado por dos de sus guardias reales

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EI rey Robert habia llegado al norte acompañado por dos de sus guardias reales. Bran los había observado con fascinación, sin atreverse a dirigirles la palabra. Ser Boros era un hombretón calvo y con papada, y ser Meryn tenia bolsas bajo los ojos y barba color óxido. Ser Jaime Lannister se parecía más a los caballeros de las historias, y también pertenecía a la Guardia Real, pero Robb dijo que había matado al viejo rey loco y que ya no contaba. El más grande de los caballeros vivos era ser Barristan Selmy, Barristan el Bravo, lord comandante de la Guardia Real. Su padre le habia prometido que, cuando llegaran a KingsLanding. Podría ver a ser Barristan en persona, y desde entonces Bran marcaba en la pared los días que faltaban para la partida, ansioso por ver un mundo con el que solo había soñado, de empezar una vida que apenas podía imaginar.

Pero ahora que habia llegado el último día, y Bran se pasó la mañana a solas en el Bosque de Dioses, intentando, sin conseguirlo, enseñar a su lobo a recoger y devolverle el palo que le lanzaba. El cachorro era más listo que cualquiera de los perros de su padre, y Bran habría jurado que entendía todo lo que le decía, pero por lo visto no le interesaba la caza de palos.

Todavía no se había decidido por ningún nombre para el animal. Robb llamaba al suyo Grey Wind, porque corría muy deprisa; Sansa le habia puesto Lady a la suya; Arya la había bautizado con el nombre de una reina bruja de las leyendas, y el del pequeño Rickon se llamaba Shaggydog, que en opinión de Bran era un nombre bien idiota para un Huargo. El lobo de Jon, el blanco, se llamaba Ghost. A Bran le habría gustado que aquel nombre se le hubiera ocurrido a él, aunque su lobo no fuera blanco. Había probado cientos de nombres en las dos últimas semanas, y ninguno acababa de gustarle.

Por fin se hartó del juego del palo y decidió ir a trepar. Con todo lo que había pasado últimamente, hacía semanas que no subía a la torre rota, y quizá aquella fuera su última oportunidad.

Su territorio favorito era la torre rota. Pero ya nadie subía a la cima desgarrada de la estructura, a excepción de Bran y los cuervos.

Bran iba pasando de gárgola en gárgola, con la facilidad que da la práctica, cuando oyó las voces. Se sobresaltó tanto que estuvo a punto de caerse. Nunca había visto a nadie en el Primer Torreón.

—No me gusta —decía una mujer. Debajo de Bran había una hilera de ventanas, y la voz le llegaba de la última de aquel lado— La mano tendrías que ser tú.

—No lo quieran los dioses —replicó la voz indiferente de un hombre— No es el tipo de honor que deseo. Implica demasiado trabajo.

Bran se quedó donde estaba, colgado de una gárgola, escuchando; de pronto, le daba miedo seguir adelante. Si se daba impulso para balancearse hasta el siguiente asidero podían verle los pies.

—¿No te das cuenta del peligro que corremos? —insistió la mujer— Robert quíere a ese hombre como si fuera su hermano. Robert no traga a sus hermanos. Y la verdad es que lo comprendo. Stannis le provocaría una indigestión a cualquiera.

¹Reyes del Norte•GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora