Capítulo 23

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Danielle tuvo que hacerse prácticamente de todo desde ese momento, empezando por consolar a Hikaru, que lucía demasiado confundida y llorosa por la extraña situación en la que se encontraba su mamá.

Haerin, para no asustarla más de lo que ya estaba, se escapó al baño para seguir sollozando. Su mente se seguía sintiendo demasiado confundida por lo que acababa de pasar, incrédula y aterrada por el miedo de que le quitaran a su bebé. La idea la paralizaba por completo, como si estuviera a punto de enloquecer ante el pánico.

Mientras tanto, la alfa dejó que Hikaru llorara en sus brazos, consolándola con arrullos suaves y tiernos. Poco a poco, la niña se empezó a calmar.

—Bien, bien —Danielle le besó la frente, limpiándole las mejillas del rastro de lágrimas—, ¿qué tal si ahora dormimos, Karukaru?

—Papi —barboteó, y la alfa soltó feromonas paternas, cálidas y envolventes para la bebé—, papi...

Debió sentirse más que relajada en ese ambiente, pensó Danielle, pues no le costó demasiado hacerla dormir. La observó un rato antes de ir hacia la habitación de Hikaru, recostándola en su camita.

—Tranquila —le susurró, arropándola para que no pasara frío—, papá se encargará de todo, cachorrita. Te protegeré a ti y a mamá.

Una vez consideró que la bebé ya no despertaría, se dirigió al baño, abriéndolo y encontrándose con el desastre que era Haerin. No le sorprendió encontrársela en el suelo, abrazándose las piernas, así que Danielle se inclinó y la agarró por la cintura. La omega la abrazó ahora del cuello, dejándose levantar.

—Mi amor —habló la mayor, sentando a la menor en la tapa del inodoro—, ven, vamos a limpiar esta linda carita.

—Dani —tartamudeó, frotando sus ojos como para alejar las lágrimas—, yo... lo... lo si-siento...

—¿Qué sientes? —Danielle abrió la llave del lavamanos—. ¿Tener que cuidarte ahora? No digas tonterías. Eres mi omega, te amo, y es mi responsabilidad cuidarte, cariño.

Eso pareció hacerla llorar más, pero Danielle no le tomó mucha importancia, mojando sus manos para quitar el rastro de lágrimas de las mejillas de su novia. Tenía la carita y ojos hinchados debido al llanto, sin embargo, seguía siendo muy hermosa para Danielle.

—Tengo miedo —admitió Haerin, dejando que la alfa le limpiara la nariz también, haciéndole sonar su nariz. Era como ser una niña pequeña siendo atendida, aunque eso no lo hacía desagradable—, no quiero... ¿qué tal si...?

—No te adelantes —le interrumpió, amorosa—. No voy a dejar que ese idiota nos quite a nuestra hija, Rinnie. Si es necesario que contrate a los mejores putos abogados del mundo, lo haré.

Haerin parecía aturdida ante sus palabras, tratando de procesarlas, y Danielle sólo la
abrazó con fuerza, como si pudiera unir las partes rotas de la omega con ese gesto.

De su desesperada y sollozante omega. La castaña lo podía percibir a través de su lazo, de la marca que compartían, lo atormentada que se sentía, como si no pudiera ver un rayo de esperanza. A Danielle no le importaba: ella se encargaría de que su pareja no perdiera esa brillante sonrisa que siempre traía encima. No dejaría que le arrebatan a su cachorra, a esa bonita bebé que era suya también. Hikaru era su hija, era parte de su manada.

La omega pareció notar los pensamientos de la alfa, porque le devolvió el abrazo por el cuello. A Haerin le encantaba rodearla con sus brazos de esa forma.

—Es tuya —le susurró Haerin—, es tu hija. Es nuestra hija. Nuestra bebé. Tuya y mía. Eres su único padre, mi amor...

—Y como su padre, la voy a cuidar con mi vida —le prometió Danielle—. Te lo juro por mi alma, bebé. Ese imbécil no nos la va a quitar bajo ningún motivo.

way back home; daerinWhere stories live. Discover now