Capítulo 20

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Debido a ese encuentro, Haerin podía dar por arruinadas sus vacaciones.

Una vez regresaron a casa, se vio obligada a contarle la verdad a su mamá, y ella también pareció entrar en pánico. Fue mucho peor cuando llegó su padre del trabajo, que se enfureció un montón y empezó a maldecir a la familia de Kangsan. Karu no era consciente de lo que ocurría a su alrededor, chupando un juguete con expresión curiosa.

—Vamos a contratar un abogado —decía Somchai, paseándose de un lado hacia otro—. ¿Qué se creen esos idiotas? ¡No tienen ningún derecho!

Sanghee asentía con la cabeza, dándole la razón, pero Haerin seguía teniendo una expresión deprimida. Como adivinando sus pensamientos, Danielle se sentó a su lado, agarrándole la mano.

—Él no podrá...

—Claro que podrá —dijo amargamente la muchacha—. Yo podría exigirle que pague la pensión que me debería y lo podría hacer sin ningún problema. Y si se compromete con las pensiones restantes, el juez entonces accedería... —Haerin se calló unos segundos y sus labios temblaron.

Danielle se anticipó a lo que iba a ocurrir, porque la abrazó, y la omega se puso a llorar a lágrima viva. En ese momento, parecía haber procesado bien todo lo que había ocurrido, y sus emociones se encontraban a flote.

¿Qué es lo que iba a hacer Haerin si le quitaban a su Hikaru? Desde que la tuvo en brazos, por primera vez, que supo que la iba a proteger y cuidar todo lo posible, pero ahora, con lo que adujo la madre de Kangsan sobre la custodia, el pánico y el terror se apoderó de ella. No era sólo por el hecho de que Kangsan la trató tan mal y no se hizo cargo de sus acciones, sino que ella sabía que sólo era un capricho de la señora Kang y no de su hijo. Ella estaba segura de que Kangsan no estaba un poco interesado en Hikaru, y por lo mismo, sería un padre terrible. Lo que menos quería Haerin era que su bebé pudiera pasarla mal con ese hombre.

—Bebé, bebé, tranquila... —consoló Dani, dejando que Haerin llorara en su hombro—, te juro que no voy a permitir que te la quiten...

—¡Mamiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! —gritó Hikaru, antes de romper a llorar también, asustada por el estado de su madre—. ¡Buaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Sanghee tomó a la bebé en brazos, comenzando a consolarla, y salió del living para que no sintiera todas las feromonas de pena a su alrededor. Somchai fue donde su hija, acariciándole la espalda con suavidad.

—No vamos a permitir que te la quiten —corrigió el alfa—, ¡antes tendrán que pasar por sobre nosotros para que te quiten a tu bebé!

—Te-tengo tanto miedo... —sollozó Haerin, abrazando con fuerza a su novia—, ¿y si... y si le dan la custodia completa a él? —las lágrimas aumentaron ante la perspectiva.

—No, eso jamás —aseguró Marsh, besándole la frente—. Te lo prometo, Rinnie, eso no va a ocurrir, ni siquiera en tus pesadillas.

Haerin se sentía tan mal que sus padres permitieron que durmiera con Danielle esa noche, a pesar de que iban a estar apretadas. Hikaru pegó el grito al cielo cuando vio que no dormiría con ellas, y no tuvieron más que acomodarla entremedio de la pareja. La pobre bebé tenía los ojos rojitos y estaba acurrucada contra Haerin, chupando su dedo.

Danielle empezó a liberar feromonas alfas de familia, tanto para calmar a la cachorrita como a su pareja.

—Lo siento mucho —se disculpó la pelinegra, sorbiendo por su nariz—, no quería...

—No tienes que pedir perdón, cariño —le sonrió con cariño—, para eso estoy, ¿bien? Soy tu novia.

—Y mi alfa —agregó, un poco colorada por la vergüenza.

way back home; daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora