XII

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Laurent


Si me preguntaran acerca del karma, respondería que no le daba mucha credibilidad a su concepto. Pero, cada vez que recordaba a Thais, una compañera del instituto que estaba enamorada de mí y a la que nunca pude corresponder, me hacía reflexionar que, a lo mejor, por no haber amado a quien me amaba, me condené al sufrimiento que me dejó mi última relación. No obstante, si, a fin de cuentas, el karma fuera real, me costaría aceptar que pudiera castigarme por no sentir lo mismo por otra persona, ya que sería todavía más injusto fingir sentimientos inexistentes. De verdad, pensándolo bien, encontrarse en esta situación te colocaba en medio de un dilema moral complejo.

     A todo esto, mientras iba de camino al ensayo de la banda, seguía indeciso sobre si debía responderle el mensaje a Hellen. A pesar de mis dudas, sentía una firme inclinación a hacerlo, pero era consciente de que mi apego evitativo podría llevarme a fracasar con ella. La opción más sensata para los dos, considerando mi miedo a salir lastimado y viceversa, sería guardar las distancias entre nosotros. Sin embargo, al pensar en la conexión especial que compartíamos, lo riesgos de mi decisión se quedaba en segundo plano. Al final, a sabiendas de que el efecto mariposa apuntaba hacia las consecuencias negativas, no me quería quedar con el «qué hubiera pasado si...».

     Al tiempo que tocaba la puerta del apartamento de la banda, decidí que le respondería el mensaje a Hellen cuando llegara a mi casa, así estaría más libre para continuar hablando con ella.

    —¡Hey, Lau! —me saludó Archie, que fue el encargado de abrirme la puerta—. ¡Pasa! ¡Pasa! Aún no comenzamos.

     Me sonó extraño que me llamara «Lau», pero, con plena consciencia de que él y los demás empezarían a llamarme así, me tocaba acostumbrarme.

     —¿Me esperaban con ansias? —les pregunté al mirar que todos estaban reunidos en la pequeña sala del apartamento, como si aguardaran mi llegada con expectación.

     —Te vamos a hacer un llamado de atención por llegar tarde —me dijo Jan con mucha seriedad.

    —¿En serio? —Me apresuré a sacar mi celular y comprobé que solo había transcurrido un minuto después de las siete—. Yo veo que entré al apartamento justo a tiempo.

    —¡Déjate de bromas! —le reclamó Yara a Jan—. Estás a la hora exacta, Lau. No le hagas caso al bromista de Jan.

    —¡Creí que me seguirían la corriente! —Jan se rio mientras le reclamaba a Yara y a Abel. Un segundo después, volteó hacia mí y agregó—: Lo siento, Lau. Solo quería gastarte una pequeña broma.

    —La forma de demostrar cariño de Jan es a través de sus bromas, comentarios sarcásticos e irónicos —me explicó Abel.

    —Entiendo —asentí, riendo con suavidad. Acomodé mi mochila en el suelo y dirigí mi mirada hacia Jan—: Si es tu forma de demostrar cariño, no tengo por qué enfadarme contigo.

    —Yo no soy cariñoso —aclaró Jan—. No le creas a Abel.

    —Primera etapa: negación —bromeó Yara con Jan.

    —Esperemos que pronto llegues a la aceptación, Jan —le dijo Archie—. No tiene nada de malo ser cariñoso.

    —A veces me caen mal, ¿sabían? —Jan se cruzó de brazos, denotando molestia.

    —Lo tomaremos como un comentario irónico de tu parte. —Abel se acercó a Jan para juguetear con su cabello ondulado.

    —¡No me toques el cabello! —exclamó Jan, apartándose de inmediato.

Apegados ©Where stories live. Discover now