Mi ex, mi novio, su ex, y yo todo pendejo //Parte 1

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Estaba profundamente dormido en los brazos del sueño, como todas las mañanas en las que tenía oportunidad. Era viernes, y mi primera clase empezaba a las diez, así que me había dado el tiempo de disfrutar mis horas de sueño.

Mi novio, en cambio, entraba siempre a las siete de la mañana en la escuela tuviera o no tuviera clases. Me había mandado mensaje a las seis de la mañana para decirme buenos días, le verdad dejé la notificación morir en la bandeja de entrada porque tenía mucho sueño.

<<Le respondo cuando despierte quince para las diez>> Pensé.

Pobre ingenuo.

— ¡William Collins! ¡De nuevo no me dijiste que tendríamos visitas! —escuché a mi papá gritarme desde abajo, gemí en protesta.

Yo no esperaba visitas. Jessica si tenía clases por la mañana  y Jonathan de seguro estaba igual que yo: en el quinto sueño.

— ¡No son mías! —le grité en mi ensoñación, mientras abrazaba una almohada y me cobijaba bien, sintiendo de nuevo como el sueño me abrazaba. Él normalmente olvidaba cuando invitaba gente, podrían ser de él, no me sorprendería si fuera así.

— ¿¡Entonces me estás diciendo que el chico de lentes con un tulipán en mano no es tu novio y no lo invitaste!? —me preguntó con diversión, abrí los ojos de repente y salté de la cama, enredándome con la cobija en la que previamente me había enrollado.

Maldije mientras me levantaba de un brinco por la sorpresa y me ponía unos pantalones para bajar rápido las escaleras.

— ¡Puta mierda! —chillé cuando sentí que algo se encajaba en mi talón mientras estaba a punto de terminar las escaleras, me tapé la boca de inmediato.

Papá me miró recriminatoriamente, levantando una ceja, le pedí disculpas con la mirada. A él no le gustaba que dijera palabrotas en casa. 

—Mi una lavadita de cara ni nada, que vergüenza contigo de veras —me dijo mientras subía las escaleras y cuando me iba a dar dos palmaditas en el hombro se lastimó con lo mismo que yo anteriormente, pero él sí se guardó muy bien sus insultos.

Se agachó para ver que era, cuando lo levantó rodé los ojos. Era un arete.

—Se le debió haber caído a Martha —dijo papá mientras volvía a su camino.

Sonreí y bajé los dos escalones que me faltaban de un salto.

Elías sonreía como si fuera su primer día en el mundo y estuviera libre de ideas inmorales o pecados del hombre. Como un ángel. Sé que ya lo dije mucho, pero es la verdad. Así se veía.

Y no iba a decirlo en voz alta, pero su uniforme de San Lorenzo se le veía increíblemente sexy.

Sonreí como idiota cuando vi el tulipán morado en su mano.

Acomodó sus lentes.

—Me encanta como te ves recién despertado —elogió, me sonrojé mientras despeinaba más mi cabello por instinto.

—Ya, no sabía que fueras sarcástico, honey.

—No era sarcasmo.

Me extendió el tulipán.

Las mariposas volvieron a mi estómago, como cuando nos conocimos y pensaba que algo me había caído mal en la comida, o que estaba pensando en que Laura me había prestado su lápiz esa mañana. Pero no, era él. Siempre fue él.

— ¿Y esto por...? Aún falta para mi cumpleaños, y todavía más para navidad.

—No necesita ser tu cumpleaños o navidad para que yo quiera darte algo —me dijo, mientras se acercaba y me daba un beso en la mejilla, cerró la puerta detrás de él. La sangre se me subió a la cabeza y antes de que se apartara lo suficiente volví a jalarlo para darle un beso en los labios.

Café De Medianoche Where stories live. Discover now