No soy un maestro del amor

181 19 17
                                    

Maldita culpa.

Sí, bueno. Martha no solo arruinó mi hogar, sino que también me había arruinado la navidad, haciéndome sentir terriblemente culpable. Ese sentimiento de que eres una mala persona pero en realidad simplemente eres lógico. 

Estaba seguro de que tenía cara de haber comido mierda en ese momento, y el silencio estaba inundando toda la alegría de las fiestas. Me forcé a sonreír, aunque fuera solo un poco, para aparentar.

—Gracias, Martha —arrastré las palabras para que no se me fuera el tono sarcástico por un lado, pero creo que solo hizo que mi agradecimiento sonara falso.

Qué bueno, o no lo notó, o no le importó.

Ella suspiró de alivio.

—Dios, me alegra que te guste, tu padre me dijo que te gustaban las fiestas y Taylor Swift, así que dudé entre comprarte la botella de vodka o el póster, al final compré ambos —habló tan rápido que apenas pude entenderla. 

Estaba nerviosa. 

El detalle no era que no me gustaran sus regalos, el problema era que yo no le había traído nada, y bueno.¿¡Cómo carajos iba a saberlo yo!? No se supone que le das regalos al adolescente que acabas de conocer hace como dos días.

Y aunque a ella no se le veía cara de que esperara un regalo de mi parte, aun así me sentí incómodo. Con ganas de salir corriendo a una tienda y comprarle algo equis, solo para poder dormir tranquilo por las noches.

 Sostubé la botella de vodka en mis manos, casi saboreandolo, solo una vez lo había probado, y había sido increíble. 

 —Oye, ¿pero esto no sería ilegal? sigo teniendo 16  —no me molestaba en lo absoluto, había probado el alcohol antes, incluso las drogas, en realidad no era nada del otro mundo, solo algo para divertirse un rato. 

 —De hecho si, trata de beberla en casa con tus amigos, y tu padre presente  —condicionó. Sonreí y asentí. 

Los regalos de Martha fueron los últimos en entregarse.

Apenas salió el sol y fui a despertar a papá, para empezar con la bendita repartición de bienes. Papá se veía de la mierda, y eso que apenas tomó vino ayer. En fin, la edad le pegó feo. 

El primero en entregar los regalos fui yo.

Le regalé a papá un casete de The Beatles y un reloj. ¿Qué? ¡Le hace falta! ¡Siempre se le hace tarde por las mañanas!

Luego papá le regaló un collar a Martha, y por un momento pensé que iban a besarse e hice cara de asco, pero por supuesto que no se besaron, no creo que algún día se besen en frente de mí, y doy gracias a dios por eso. Después papá me regaló a mí unas ruedas nuevas para mi skate y un álbum de Taylor Swift. ¡Lloré, por supuesto que lloré! y muy justificable, ¿Quién no lloraría con tan hermoso regalo?

Esa hubiera sido de las mejores navidades de no ser porque Martha me regalo algo a mí también. Estaba pensando que esa mujer tenía algo en mi contra.

Pero bueno. Lo pasado pisado, ¿no? 

— ¿Recalentamos? —pregunté, listo para levantarme del suelo y sacudirme el pijama, aunque no tuviera polvo, Martha se había encargado de limpiar todo el desastre ayer antes de irse a dormir. 

Ellos me siguieron, fueron a la cocina, para empezar a preparar todo, yo primero tenía que dejar mis regalos en la habitación y subir por mi teléfono para presumir el hermoso álbum de mi diosa Taylor en Instagram. Porque como todo buen chico de 16 años, dependía de las redes sociales, al menos solo un poquito. 

Café De Medianoche [TERMINADA]Where stories live. Discover now