- Es preciosa - comentó Rhaena.

- Debes ponértela, es para la boda - indicó Rhaenyra sabiendo que la traían para que la llevara en el evento. Le agradó que fueran rubíes y no esmeraldas, al menos sabía cuáles eran las preferencias de su prometida.

Su madre le colocó la diadema con sumo cuidado de no deshacer el elaborado peinado que habían hecho las gemelas y al verla preparada para caminar hacia el altar sintió un nudo en su garganta. No sabía si de emoción o de ansiedad, tal vez una mezcla de ambas.

Las puertas del salón del Trono de Hierro se abrieron y la familia de la princesa heredera se adentró en este con orgullo. Al otro lado, aguardaban a los que ya llamaban, los verdes.

- La Princesa heredera al Trono de Hierro, Rhaenyra Targaryen junto a su consorte el Príncipe Daemon y la princesa Aemma Targaryen, prometida del príncipe Aemond - habló alto un guardia presentándolos mientras caminaban hacia la mesa real encontrándose de nuevo con viejos fantasmas del pasado.

Fue en ese momento que Aemond volvió a ver a su princesa y fue evidente para su madre la emoción del joven cuando su ojo se iluminó.

Estaba cambiado, mas alto y apuesto incluso con el parche que ocultaba la ausencia del ojo. Ahora tenía el pelo lacio y recogido para atrás. No quitó la mirada de su figura haciéndola sentir intimidada y sin perder ni un segundo tomó su mano y la besó.

- Prometida - habló poniéndose recto pero sin soltar su mano. Ahora que la tenía tan cerca la examinó pudiendo apreciar que no solo había crecido en estatura, su rostro había dejado atrás los rasgos infantiles y se afinaron teniendo unas facciones delicadas. Su cabello estaba más largo alcanzándole la cintura pero seguía ondulado. Pudo ver que llevaba la diadema que le había regalado y sonrió pues pensó que se negaría a llevarla. Ahora su cuerpo era diferente al de hacía nueve años. Aún con quince años la silueta de la princesa era esbelta y con desarrolladas curvas. Ya entendía por qué el alias recibido por los lores de los Siete Reinos pero desde hoy dejaría bien claro que "La Nueva Delicia del Reino" solo sería suya y nadie más que él tendría el placer.

- Prometido - respondió de vuelta la Aemma para después tomar asiento junto a él y el resto de la familia real sentarse en sus respectivos asientos. Estruendosos vítores por parte de los hombres se hicieron presentes en la sala dando comienzo al animado banquete.

- ¿No pensáis dirigirme la palabra? - interrogó Aemond tomando la barbilla de la princesa.

- ¿Debería? Tal vez os moleste conversar con una bastarda - respondió en voz baja con una sonrisa disimulando el tono de la conversación.

- Te mandé cientos de cartas disculpándome - recriminó el príncipe.

- ¿Qué? - interrogó la joven pero antes de hablar fue interrumpida por el hijo mayor de la reina.

- Querida sobrina, sacad a bailar a mi hermano, estuvo ensayando para vos - indicó Aegon borracho mientras el resto de lores apoyaban sus palabras.

La chica miró a su madre que le hizo un gesto asintiendo. Sin mediar palabra Aemma tomó la mano de Aemond bruscamente para arrastrarlo a la pista de baile. Se pusieron en posición y la música inició.

- ¿Qué cartas? - interrogó La princesa con molestia mientras seguía bailando.

- ¿No te llegaron? Creí que me ignoraste - respondió el muchacho tomándola por la cintura.

- Tu madre no dejaría que el maestre las enviara - contestó con simpleza la novia.

- O la tuya no dejó que tú las recibieras - contraatacó el del parche intentando no perder el ritmo, era la primera vez que bailaba en público y solo había tomado lecciones unos días antes de la boda, prefería enfocar sus energías en el entrenamiento con Cole.

- Mi madre nunca haría eso - habló enfadada.

- Veo que conservas el collar que te regalé - indicó el príncipe mirando que en el escote del vestido estaba el collar que le había obsequiado hacía años.

- No pude deshacerme de él - dijo la princesa con pesar pues en realidad más que del accesorio se trataban de sus sentimientos hacia el príncipe, no había sido capaz de olvidarse de él en todos estos años y ese colgante representaba su amor por él.

El baile terminó y volvieron a la mesa nupcial mientras que lores y ladies se unían a la pista para bailar animadamente.

Después de todo el jolgorio llegó el momento sagrado del evento.

- Fuente de vida y amor. Nos reunimos esta noche agradecidos para rezar y hacer dos almas, una sola - habló el septón supremo para hacer una larga pausa mirando a los novios - padre, madre, guerrero, herrero, doncella, vieja y desconocido, escuchad ahora sus votos - finalizó el anciano para dar paso a los novios.

- Yo soy tuyo y tú eres mía, ante cualquier adversidad - dijo escueto el joven novio pero sin apartar la mirada de la de su prometida.

- Yo soy tuya y tú eres mío, ante cualquier adversidad - siguió la princesa sin retirar su mirada.

- Aquí en presencia de dioses y hombres, declaro a Aemond de la Targaryen y Aemma de la casa Velaryon, marido y mujer. Una carne, un corazón, un alma. Ahora y siempre - sentenció el septón supremo con una sonrisa y Aemond tomó por la cintura a su ahora esposa, atrayéndola hacia él para besarla frente a todos. Casi todos lo invitados rompieron el silencio con gritos de euforia, pero los que observaban la escena molestos eran los hermanos, madre y padrastro de la novia, mientras que la familia del novio estaba feliz, Aegon en su estado ebrio, Helaena inocente, Otto y Alicent sabiendo que su plan iba como habían pensado por lo que compartieron sonrisas. Hasta en un evento como una boda la familia Targaryen seguía dividida, aunque el propósito de esta fuera todo lo contrario.

Dragon's  Blood [Aemond Targaryen]Where stories live. Discover now