Capítulo 10

75 6 0
                                    

Aemma volaba sobre el lomo de su dragona Redfyre, la cual había crecido considerablemente. La acompañaban su madre, padrastro, Jace, Luke, Rhaena y Baela, cada uno en su respectivo dragón, yendo las últimas dos en el dragón de Baela. Al horizonte se vislumbraron los torreones de la Fortaleza Roja, lo que significaba que su viaje llegaba a su fin.

Al llegar a la capital, aterrizaron en Pozo Dragón dónde los aguardaba un carruaje vigilado por caballeros de la Guardia del Rey. Al llegar al castillo de la capital fueron recibidos por Lord Caswell, lo que obviamente se podría considerar un insulto pues a la familia de la Princesa la debía de recibir los mismos reyes pero Viserys estaba en cama y Alicent disfrutaba con demigrarlos.

- Princesa - recibió el hombre.

- Lord Caswell - respondió sin ánimos la heredera del Trono de Hierro.

Los invitados caminaron por los pasillos de la fortaleza percatándose de los notorios cambios.

- Quiero ir a ver a mi abuelo - habló Aemma al guardia que los acompañaba.

- El rey se encuentra en sus aposentos - informó el caballero y la joven tomó las faldas de su vestido para subir las escaleras en dirección a la habitación de abuelo, acompañada de Rhaenyra y Daemon.

Al abrir la puerta un intenso hedor a cerrado llegó a sus fosas nasales y vio como la maqueta a la que su abuelo tanto aprecio le tenía, estaba cubierta de polvo y telarañas.

- ¿Hace cuánto no limpian? - interrogó Aemma molesta.

- Esos asquerosos... - empezó a decir Daemon siendo cortado por su esposa.

- Que limpien y ventilen la estancia - ordenó la princesa de Rocadragón a una sirvienta que asintió y corrió apresurada por el pasillo.

- Abuelo - habló preocupada la joven tomando su mano.

- ¿Aemma? - interrogó Viserys abriendo su único ojo, pues el otro lo había perdido.

- Si, soy yo - asintió bajo la atenta mirada de su madre y padrastro.

- ¿He muerto? - preguntó Viserys creyendo que quién estaba con él era su difunta esposa y aunque no era posible, por su deterioro cognitivo y las similitudes entre nieta y abuela se confundió.

- Soy tu nieta, abuelo - habló en un susurro aguantando las lágrimas de verlo en aquel estado. Daemon olió la copa que tenía al lado de la cama comprobando que le habían dado té de amapolas para paliar el dolor, pero lo sumía en un estado de confusión.

Tras aquel doloroso reencuentro, Viserys volvió a dormirse y los tres visitantes decidieron ir a sus aposentos pues esta noche sería la boda.

Aemma fue bañada y ungida en los mejores aceites que tenía. Cuando le pusieron el vestido de novia su madre llegó a la estancia y casi lloró de la emoción.

- Hija mía, estáis hermosa - alagó a su hija mientras que sus hermanastras la ayudaban a peinarse pues serían sus damas - todas estáis hermosas hoy - rectificó acariciando los hombros de Baela y Rhaena que sonrieron con emoción.

- Princesa Aemma - llamó una sirvienta mientras estaba en la habitación para hacer una reverencia y acercarse a la muchacha con una caja en sus manos - un presente del príncipe Aemond.

- No se digna ni en verte antes de la boda y ahora te trae esto - habló indignada Baela.

- Veamos que es - dijo con intriga Rhaena tomando la caja y cediéndosela a su receptora.

Aemma se sentó en una silla y puso la caja en su regazo para poder abrirle con mayor facilidad. Al hacerlo pudo observar la fina diadema de oro con rubíes incrustados.

Dragon's  Blood [Aemond Targaryen]Where stories live. Discover now