3 : Terminator

943 125 47
                                    

Pete me miraba- directo al alma.

De sus orbes miel salían pistolas, dispuestas a dispararme si no decía la verdad. El único sonido en la habitación era la final de American Idol transmitiéndose en la tele, no tenía pensado prestarle atención, en primera porque habían eliminado a Sally, la única participante que resultó de mi agrado, y en segunda porque Pete me mataría y enterraría cinco metros bajo el suelo si no respondía su interrogatorio.

Mentir a los demás era fácil, pero con Pete era diferente.

Podía hacerlo, no era imposible, no para mí. Pero había algo. Tal vez el hecho de que era mi mejor amigo, o su apariencia similar a la de un policía, uno Californiano.

Mordió su pedazo de pizza, sin quitarme la mirada de encima.

"Dime la verdad, Frank Iero." Masculló, entre dientes y pepperoni.

Tragué saliva, mirando con desgano la orilla de lo que alguna vez fue un trozo de pizza hawaiana.

Sasha, la chica de American Idol, iba ganando. Qué desgracia.

"Ya te la dije." Respondí "No estoy seguro."

Pete bufó, tan fuerte que un toro le tendría envidia. "Si pudieras dejar de mentir..."

"¡No estoy mintiendo!" Grité, tan agudo y tan desesperado como uno de los niños pequeños a los ue tanto menospreciaba. El infante que alguna vez fui prefería ser ignorado, el niño cuyo mayor problema era si dos más dos era cuatro o cinco, el niño que queria juntarse con Toby Mills porque era el más popular del instituto- cabe mencionar que nunca lo logré, simplemente acabé encerrado en el baño de niñas tres horas - las cosas eran tan sencillas antes... Supongo que lo seguirían siendo si mi preocupación se desvaneciera, y si de repente el tener veintiocho años y una relación tan real como un amigo imaginario fuera un dato irrelevante y estúpido. Tal vez mi problema era que nunca maduraría.
Y por eso odiaba tanto a los niños. Por eso despreciaba a Bandit.

No, ese no era el único problema con la niña; ella había sido la lluvia en la playa, el sol en mi día lluvioso. La barrera entre mi potencial pareja perfecta y yo.
No podía culparla por ser como es, pero tampoco pueden culparme por odiar su ser, y el resto de sus pequeños compañeros llorones.

"¿Es muy dificíl admitir que te gusta alguien?" Prefuntó Pete. Continué con mi tarea de fingir que me interesaba quién ganaba American Idol.

Asentí. "Claro, yo no me enamoro de todo ser que pase frente a mí." Respondí, tan sarcástico, cínico y desagradable como pude, al final era Pete el que recibía la indirecta, cabía el que ni siquiera se diera cuenta de que era para él o que no se ofendiera por ello, porque que era la simple verdad desnuda.

Entrecerró los ojos, dejando su pedazo de pizza de lado.

"Sé que te gusta Gerard Way, no necesito que lo admitas." El idiota tatutado se cruzó de brazos, recargando todo su peso contra el respaldo del sillón de tres piezas. Seguía mirándome, cosa que nunca dejaría de ser incómoda.

Más cuando tenía la razón.

1) Gerard Way dejó algo en mí. Una pequeña flor, o algo así, de atracción. Nada muy grave, nada de lo que no pudiera deshacerme semanas después.

2) Sin embargo, no pensaba admitirlo.

Admitirlo significaría que él ganaba. Todo era una actuación. Fingiendo interesarse en mi vida personal sólo para ganar puntos con el Way menor, el de cabellos claros, desteñidos, y lentes de armazón fuerte.

No entiendo cuál era su propósito, Mikey Way lo tiraría a la basura después de unas noches, o Pete a él... Todo dependía de la actitud del individuo.

Bandit -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora