Prólogo : Sábado

1.7K 126 61
                                    

No sé de qué depende la tristeza, siendo que no sé qué la causa y tampoco sé cómo evitarla, y aunque lo supiera, existen grandes probabilidades de que no moviera ni un dedo para curarme o prevenirla, porque además de gris, siempre fui una persona bastante floja.

Eso de hacer ejercicio, conocer gente y tener una rutina sana no pueden hacer falta en las listas de Cómo ser feliz: una breve guía. Pero no, a mí no me agradaba la idea de moverme para hacer cualquiera de esas actividades.

El campo mágnetico de mi sillón era bastante fuerte, después de todo.

Al final, ¿qué es la vida sin tristeza? Un camino plano, y soleado termina por deprimirte- es aburrido, vacío, como los días de sol en primavera, cuando el polen entra en tu nariz y te hace querer morir.
El aburrimiento lleva a la tristeza, y la tristeza después de un tiempo lleva a la depresión.

Ni siquiera la persona más feliz puede huir de la tristeza.

Por lo que podría decir que yo soy una persona feliz.

Pizza cinco días a la semana y cerveza los otros dos no era tan malo como parece, lo prometo. La televisión y el trabajo me mantenían ocupado, tenía un par de amigos y quedarme en ese estanque nublado por el resto de mi vida me parecía perfecto. Nací, crecí y moriría para ser solo una persona más. Un par de pies pisando la acera junto con los otros mil millones de pies, unos pulmones desperdiciando oxígeno, otro cerebro, un alma más.

Pete era uno de mis amigos. Casi tan solitario como yo.
En el aspecto de que ninguna de sus relaciones duraba más de dos semanas, y si lo hacían, él comenzaría a asustarse y haría hasta lo imposible para huír.

Sabía que su vida era si algo, deplorable. Y que sin importar de qué color se tiñera la cabellera, seguiría envejeciendo. Y pronto llegaría a un punto en el que toda su vida iría cuesta abajo, sin poder detenerlo.
Y que moriría solo, probablemente. Porque Pete era Pete y nadie parecía tener el corazón suficiente para soportarlo. Así como él carecía de la razón suficiente para soportar a alguien.

Por ello, mi amigo se preocupaba por mí, y un día apareció en el umbral de mi puerta con la sonrisa más grande que jamás había visto en su rostro y cuatro palabras enrolladas en su lengua.

"Te conseguí una cita."

Parpadeé unas cuantas veces, sosteniendo la puerta con la mano izquierda. El chico seguía sonriendo, como si el de la cita fuera él, no yo. Yo no tenía pensado ir a la cita-- era Sábado. Sólo los Sábados podía relajarme, caminar por la casa en calzoncillos, bailando y cantando, los Domingos, por otro lado, me abordaba el síndrome de negación, porque los fines de semana no duran lo suficiente.

"No." Respondí, cerrando la puerta. Pete metió el pie justo antes de que la puerta se cerrara por completo, después su brazo intervino y él pronto estuvo escabulléndose por el espacio sobrante.

"¡Frank, es una cita!" Exclamó, mientras yo intentaba sacarlo de mi hogar.

"¡Exacto, Pete, es una maldita cita!"

La única diferencia entre nosotros dos, (además del constante cambio de apariencia) era que mi amigo sí iba al gimnasio, mientras que yo me limitaba a ir al baño y de regreso al sofá. No le costó mucho empujar hasta que yo terminé estampado a la pared con el intruso dentro de mi casa, sacudiéndose la ropa, dichoso y orgulloso.

Caminó a la cocina, sus botas resonando en el piso polvoso, con ese aire de superioridad tan característico de él. Al verlo, era inimaginable el hecho de que Pete era la persona más insegura en el planeta, siempre cayendo tan bajo. Dije que la vida sin tristeza es aburrida, pero los excesos nunca han sido buenos.

Cuando abrió el refrigerador y sacó una cerveza, de seguro, yo me deslicé por la pared hasta el suelo. Suspiré en derrota, tallé mi rostro. Al dejarlo entrar a mi casa había dicho un rotundo sí implícito a la cita- y él lo sabía.

"Esta vez no será tan malo," dijo, refiriéndose a la vez que me llevó con una chica loca, con pinta de Madonna, "es hermano de Mikey Way."

"No me importa quién sea." Resoplé.

Pete tomó un sorbo a la cerveza, negando con la cabeza.

Ignoró lo que dije por completo. "Su nombre es Gerard, y te estará esperando en el parque a las siete. Es sensible y dudo que quieras dejarlo plantado."

Ambos sabíamos que a este punto, quedaba por hecho el que ya no podía negarme y que iría al parque a las siete a enfrentarme con el tal Gerard. Mi primera cita en meses; no esperaba mucho de ella, tal vez pasar una buena noche, tal vez un puñetazo por mi desfachatez, mi boca descarada y mis palabras honestas. Después de varios encuentros, descubrí que lo mejor que puedes hacer al conocer a alguien es mentir-- si se tiene suerte, podrás gritarle sus verdades sin que el sujeto se enfade pasado un tiempo.

En el mejor (también el menos posible) de los casos, Gerard y yo terminaríamos en la cama, donde las apariencias dejaban de importar y sólo el dulzor del sudor es digno de críticas.

En el peor de los escenarios (es decir, el que probablemente ocurriría) serían dos o tres horas de absoluta torpeza, estupidez e incomodidad, representadas en carne y hueso por mí.

"¿Al menos es lindo?" Esperaba que Pete contestara con detalle, para poder darle un rostro a mis fantasías, algo que impulsara mis ánimos a asistir.

Mi amigo encogió sus hombros, tragando la cerveza restante en su boca antes de responder.

"Su hermano lo es." Respondió, sin vergüenza alguna.

Me levanté del suelo, siguiendo los pasos que él había marcado minutos atrás. Tomé la botella oscura de alcohol casi vacía y tomé el líquido restante en ella, intentando que los nervios bajaran por mi garganta junto a la cerveza. El moreno me miraba con una ceja alzada. Creo que me conocía mejor que yo mismo, y sabía lo que ese repentino ataque de desición significaba.

"Si algo sale mal, Pete Wentz," presioné mi dedo contra su pecho, repetidas veces, "pagarás por la pizza de las siguientes dos semanas."

Se limitó a reír, extendiendo la mano. "Lo prometo."

Tomé su mano, la sacudí y miré al reloj. Leía 5:23 en dígitos verdes.

-

-

-

Bueeeeeeeeeeeeeno
Tengo otro fic sin terminar, pero oh, claro, ¡qué buena idea! ¡Hay que hacer otro!
#yolo

En fin.
Advertencias:

-NO ES MPREG
-Los personajes no me pertenecen, tampoco ubicaciones o sucesos que no hayan salido de mi cabeza.
-No es mi intención ofender a nadie con esta historia (aunque no sé cómo podría hacerlo pero...)
-No estoy segura de que esto me guste, así que tal vez la borraré antes de que avance mucho.
-Si no te gustan estas cosas, abstente de comentar o si quiera leerlas.
-QUE NO ES MPREG
PD: creo que este fic no será tan dramático como el anterior, están a salvo c:

Bandit -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora