21. Aquagim

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Al entrar en el hospital el domingo, nos encontramos con Laida y Julen en el hall. Sus padres acababan de irse y ella miraba por la ventana como se iban.
- ¿Estás bien? - me acerquen a preguntarle
- Ah si, estoy bien. Solo estaba soñado despierta.
- ¿De verdad estas bien? ¡Estás feliz!
- ¿Tan raro te parece? - Todos nos reímos
- Está como ida. - dijo Julen - le estás hablando y ni se entera.
- Gracias, Julen. ¿Por qué no os adelantáis, chicos? Nick debe de estar en la piscina.
- ¡Mujeres! - dijo Julen al alejarse.

Los dos se adelantaron y Laida empezó a contarme.
- Espera un segundo. ¿tienes dos? - le solté, no se si fui demasiado directa.
- Ah sí. Me trajeron la prótesis definitiva el lunes, han estado haciéndome el molde y las pruebas, ahora ya tengo mi pierna ortopédica. Ahora solo tengo que aprender a usarla y no matarme en el intento.
- Va no exageres. Del suelo no vas a pasar.
- Muy graciosa
- Ya verás como lo consigues en seguida. Ahora ya puedes seguir. Tiene algo que ver Fran con esa sonrisita.
- Si, ¿te ha contado Nick que estamos saliendo?
- No, que va.
- Le dije que no te lo contara que quería hacerlo yo.
- Pero cuéntame ¿Cómo fue?
- El domingo pasado, cuando te fuiste. Fui a su habitación a ponerle la inyección. Estaba más nerviosa que de costumbre. Pero le pregunte, si de verdad ya no le daba miedo. Empezó vacilarme como de costumbre. Entonces le dije que se dejará de bromas por una vez, que se lo preguntaba en serio, que yo lo pasaba mal por él. Y va y me suelta que no se podía creer que la mujer de hielo, lo pasará mal por él.
- ¿La mujer de hielo? ¡Que bueno! - dije riéndome - Conociéndote no se como no te levantaste y te fuiste.
- Me levante para hacerlo, pero me cogió de la mano y me dijo que no me fuera que me necesitaba.
- Déjame adivinar, y tu le soltaste algo así como, "Haberlo pensado antes" - le dije tomándole el pelo.
- ¿Te lo ha contado, Nick?
- No, no puedo creer que se lo soltaras al pobre.
- Ya, me salió el carácter.
- Y ¿Qué hizo?
- Ahí fue lo que me perdió, no podrás creerte lo que me dijo.
- Va suéltalo, me tienes en ascuas.
- Me dijo que lo que le ponía nervioso no era la inyección.
- Si en el fondo va a ser un romántico y todo.
- Ahí, ya perdí la batalla y me senté a su lado.
- ¿Qué más te dijo?
- Me cogió las manos. Me temblaban como una tonta y me dijo que en ese estado, no iba a dejarme que le pinchara. Me dio las gracias por ayudarle y que se pasaba todo el día deseando que llegará la hora del pinchazo, para estar conmigo a solas. Que había conseguido que ese mal rato mereciera la pena.
- Y tu ¿Qué le dijiste?
- Nada. No era capaz. Me puse a llorar y no era capaz de decirle ni una palabra.
- El pobre se quedaría a cuadros.
- ¿El pobre? Siguió haciendo bromas. Me dijo que me estaba empezando a derretir y le estaba mojando la cama.
- Hacéis buena pareja y le estás haciendo muy feliz. Tenías que haberlo visto hace un par de semanas. La semana que se acercó tu hermano. Ese día sin ir más lejos nos dijo que quería morirse.
- ¿Pero si estabais jugando?
- Ya, pero eso fue gracias a César que le aplicó su terapia de choque y consiguió animarle.

Llegamos a la piscina y allí estaban dándose un remojón los chicos, ya estaban terminando.

Nick, nadaba como un pececito, le encantaba el agua, muchas veces la broma, de decíamos que fuera del agua, esta fuera de su hábitat.

Estaban haciendo ejercicios en el agua. Como el agua es más densa, el peso del cuerpo es menor, facilita el poder mantenerse de pie y realizar movimientos de rotación, equilibrio y salto, aunque por el contrario dificulta los movimientos de desplazamientos como caminar.

Pudimos ver los últimos diez minutos de los ejercicios. Después, uno a uno, los fueron sacando del agua, por medio de una grúa. Esa grúa tiene una silla que se introduce en el agua, permite a la persona sentarse y después sube para sacarla a la superficie.

Nick fue de los primeros en salir, había empezado por los que tenían mayor facilidad de movimiento. Él ya podía ponerse de pie y tenía algo de movilidad, así que le ayudó a ponerse de pie y acercó una silla para que se sentara. Le acerqué una toalla y se la puse alrededor. Me dio las gracias, con una leve sonrisa.
- ¿Qué te pasa? - le pregunte
- Nada, estoy bien. - me contestó e intentó disimular con una sonrisita, pero le conocía demasiado bien, para saber que estaba fastidiado por algo.
- Está así, porque le han regañado - dijo Roberto por detrás
- ¿Roberto? Ya te vale - le dijo Nick
- ¿Qué has hecho está vez?
- Nada, ha sido una tontería.

Mire a Roberto, esperando que contara toda la historia.
- Sergio, nos estaba metiendo en la piscina uno a uno y nos dijo que nos quedamos en el borde y Nick se ha soltado y ha metido la cabeza debajo del agua y Sergio se ha asustado un poco.
- No ha sido para tanto, apenas me he sumergido - dijo Nick

Estaba molesto de verdad. Se le notaba, cada vez más.
- No pasa nada. No te lo tomes así - le dije
- Ya tampoco ha sido para que me regañe. Estoy cansado de sentirme como un inútil, incluso en el agua.
- Va, Nick, tranquilo.
- Ves, porque no quería hablar del tema. No quiero acabar llorando cada vez que vienes a verme. Estoy bien de verdad. Esto es una tontería. Se acabó no quiero hablar más de esto.
- Ok, va. Sécate esas lágrimas y dame un abrazo.

Al final, nos habíamos quedado solos en la piscina, todos incluido Roberto se había subido a las habitaciones. Sergio, el monitor se acercó.
- Nick, no estarás así por lo que te he dicho antes - le dijo.
- No - soltó cortantemente
- Solo está un poco agobiado. Antes del accidente le gustaba mucho nadar y podía pasarse horas y horas en agua -añadí.
- Entiendo. Es mi responsabilidad que no les pase nada, mientras están conmigo y al verle suelto me he asustado. No todos los chicos que vienen aquí, saben nadar lo suficiente para desenvolverse.
- No te preocupes -dijo Nick un poco borde. Sergio pareció notarlo.
- ¿Entonces nos vemos la semana que viene?
- No creo que vuelva.
- Nick -le dije cogiéndole de la mano. -venga no seas así -pero él no me respondió
- Nick, ¿qué puedo hacer para convencerte?
- Nada -Sergio me miró pidiendo consejo. Miré instintivamente al agua. Y Sergio pilló la indirecta.
- Nick, ¿Te apetece darte un par de largos? - me gustaría verte nadar.
- No
- Nicky, si te mueres de ganas, venga, aprovecha. Va no seas cabezota.
- Ok, está bien.

Nick volvió al agua, vigilado de cerca por Sergio, desde arriba. Nado 5 o 6 largos a la piscina, que era pequeña, pero lo suficiente como para quitarse el gusanillo. Apenas si movía las piernas, pero compensaba el movimiento, con los brazos. Cuando salió del agua, parecía otro. Sergio le dio la enhorabuena y le dijo que la próxima vez quería verle mover más las piernas, que este ejercicio le ayudaría a mejorar, más rápidamente y que sin darse cuenta notaría la mejora. A partir de ese día, Nick, volvió cada día para nadar un cuarto de hora y cada día intentaba mover más las piernas. Además probaba estilos nuevos, cuando veía que el anterior, ya estaba dominado.

Te esperaré al final del camino [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora