Buscar la verdad en la muerte {m.st.j.}

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La normalidad es algo relativo. Como dicen por ahí, lo que es normal para la araña es el caos para la mosca. Es curioso como nuestra perspectiva cambia con el curso del tiempo. Puedes estar cayendo a través de un oscuro agujero, hundiéndote en espiral mientras el aire es tan denso que te aplasta y te cuesta respirar. Sin previo aviso todo se transforma en algo etéreo, una niebla que parece crear un tupido velo que distorsiona todo a tu alrededor. Y cuando crees poder llegar a acostumbrarte a la nueva la perspectiva, la situación vuelve a dar un giro de 180 grados y todo cuanto conoces se torna lúcido y brillante dejándote desorientado y expuesto de nuevo.

Lo que al comienzo me pareció un completo y absoluto caos ahora me resulta enteramente normal. Dudé mucho al principio, sintiendo que no podía confiar en mi misma. Porque las imágenes que danzaban ante mi y los sonidos que captaban mis oídos no podían ser reales de ninguna manera. Intenté convencerme de que aquello solo era producto del dolor por la pérdida y la necesidad de un último adiós.

Se prolongó durante el tiempo suficiente como para sobrepasar los límites de mi cordura. Haciendo que mi tristeza se convirtiera en una rabia visceral al desear que todo acabase de una vez por todas. Dejé que la impulsividad me dominara y que el instinto guiara mis pasos. Fuera lo que fuese lo aceptaría, aunque ello significara que tal vez me había vuelto loca. Con tal de poder avanzar y salir de esa amargura que velaba todas y cada una de mis noches, lo haría.

Fue lo mismo que seguir un sendero de migas de pan. Las pistan estaban ahí, puestas para que yo las encontrara. A esas alturas no me importaba si era mi mente jugándome una mala pasada o si realmente iba por buen camino. Esta vez no retrocedería, sin dejarme hundir por el miedo que atenazaba todo mi ser. ¿Pero de verdad me atrevía a corroborar que estaba perdiendo la cabeza? Si no hallaba fantasmas, si no era víctima de una horrible broma...¿soportaría la cruel verdad? ¿Reconocería que una vez más no fui capaz de afrontar mis emociones, ocultándome en una fantasía que yo misma estaba creando?

Después de andar sin rumbo por las calles hasta el anochecer pensando que había perdido el escaso indicio que tenía, la respuesta llegó a mi literalmente caída del cielo. Un bulto se precipitó a unos 20 metros de distancia de donde yo me encontraba. La tenue luz de una vieja farola me otorgaba algo de visión mientras yo permanecía oculta a la sombra de un gran árbol. Algo se irguió del suelo alejándose en la oscuridad de la noche, algo que asemejaba una silueta con forma humana.

Pasados unos segundos y aun con el pulso acelerado me acerqué hasta situarme justo en el mismo lugar del impacto. Lo que vi me cortó la respiración, pues el asfalto quedó resquebrajado sin rastro de sangre. Esta vez no solo lo había visto y oído, el suelo era prueba de ello. Me puse a andar en círculos, no sabía que pensar ni hacia donde dirigirme hasta que resbalé. Había pisado un trozo de plástico, una identificación para ser exactos. Esto definitivamente me daba un rumbo y no tuve ni que pensarlo para dirigirme directa a ello.

Ya era bien entrada la noche cuando entré en el edificio. Jamás me gustaron los hospitales y el echo de tener que ir precisamente hasta el lugar más frío de aquel sitio lo volvía incluso peor. Tenía la sensación de que todo se decidiría al cruzar esa puerta y que entonces no podría retractarme, justo lo que estaba buscando. Nada más empujar la puerta un hombre de pelo y ojos negros me recibió con cara de interrogación.

_Busco al técnico auxiliar de la morgue. (No tenía tiempo que perder siendo amable o hablando con rodeos. No sabia cómo, pero había dado esquinazo a los de seguridad y tenía que aprovechar ese golpe de suerte porque estaba segura que no duraría)

_No se que busca pero no debería estar aquí a estas horas señorita. Lo mejor es que vaya a recepción, seguro que podrán ayudarla con lo que necesite. (Había adoptado una postura relajada, casi divertida y alternaba su mirada entre su teléfono y yo. Tenía toda la pinta de querer despacharme de allí sin más esfuerzo)

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