Jai

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—10—

    Nam lleva dos días intentando convencerme, los dos mismos días que me ha dado Seul para pensarlo, aprovechando que Jai no debe grabar aún.

    Dios, es que es absurdo y totalmente incongruente.

    Me siento en la sala de descanso, tratando de escapar de mi nueva amiga y su insistencia. Aprecio muchísimo la confianza en mí, pero actuar es algo que nunca ha entrado en mis planes. Por favor, si yo soy de las que prefieren esconderse dentro del caparazón. 

—Hola Rebecca —saluda Freen apareciendo de repente—. Te estaba buscando.

—Dime que no vienes a hablar del tema —le pido con cierta súplica.

Ella es la única que todavía no se ha pronunciado al respecto y su silencio, por un lado me gusta y por otro, me provoca una ansiedad terrible.

—Vengo a pedirte ayuda.

—¿A mí? —pregunto sorprendida.

Ella sonríe con cierta ternura antes de explicarse.

—Mañana grabamos la secuencia en la que Lawan tiene contacto físico por primera vez con la gobernadora Anong y no sé muy bien cómo debería sentirme —comenta—. O sea, estoy nerviosa pero no quiero que se me note demasiado para que la gobernadora no piense que me gusta, ¿verdad? ¿Por qué quiero escondérselo?

Que una actriz como ella busque mi opinión para entender al personaje me gusta y me empodera a partes iguales, así que me permito bajar la guardia que había levantado a su alrededor después de la secuencia del otro día.

—No sabes lo que ella piensa sobre ese tipo de relaciones y no quieres asustarla. Primero estás tanteando el terreno. Y entiendo que es difícil porque tienes dos frentes abiertos: tus propios prejuicios con lo que sientes y haces; y los que pueda tener ella y que desconoces totalmente. Así que buscas un poco del alivio que solo ella puede darte, pero no mostrarte necesitada ni vulnerable porque no puedes permitírtelo.

—Así que soy una bomba de sentimientos encontrados, ¿no? —comenta riendo.

—Algo así, un símil de los miedos y dudas de la vida misma.

—Vale, ¿puedes hacer de Anong? —me pide tendiéndome el guion para que lo siga.

Asiento y dejo que se convierta en Lawan.

Verla actuar tan de cerca, me hace volver a la casilla de salida; a la maldita escena que me revolvió todo. No sé muy bien qué me pasa con ella, pero está claro que me desconcentra con demasiada facilidad.

En un momento dado, Freen metida en el personaje, me acaricia la mejilla en un gesto íntimo pero cuidado y me atrae hacia su cuerpo para abrazarme con fuerza, tratando de consolar a la gobernadora. Puedo sentir su corazón latiendo deprisa contra mi pecho.

—Creo que Seul tiene razón —habla sin soltarme y empieza a trazar círculos en uno de mis hombros cuando siente que me tenso—. Tenemos una fuerza magnética que no había sentido nunca al actuar con alguien. Quedaría exactamente como lo escribiste si decidieras hacerlo conmigo.

Me separo de ella, obligándola a romper el contacto y la miro a los ojos tratando de encontrar algún resquicio de desafío en ellos, pero no aparece por ningún sitio.

—Me has dicho que no venías a hablar de esto —le reprocho con cansancio.

—Lo siento, no pretendo presionarte —se disculpa—, pero la escena la hiciste conmigo y quería darte mi opinión.

—Yo no sé actuar Freen, me da una vergüenza terrible.

—No lo pareció el otro día.

—Lo del otro día es la versión light de la relación que van a vivir los dos personajes. Mucho menos me veo en otros niveles —le explico nerviosa.

Cruce de talentosWhere stories live. Discover now