Capítulo 16: El trato

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Uh, gracias—respondió Angel con una sonrisa, su voz ligeramente titubeante—. Mi novio me lo regaló, supongo.

—¿Supones?—preguntó el demonio gato con curiosidad, arqueando una ceja con dramatismo.

—Desperté en mi habitación después de una noche de copas y lo encontré puesto—comentó casualmente, dando un sorbo a su trago—. Simplemente asumí que Val me lo había dado.

El hombre no dijo nada más y se alejó para atender a una recién llegada, dejando a Angel sumido en sus pensamientos, con una mirada perdida en el horizonte imaginario.

Contempló su bebida con melancolía, apartando la mirada con gesto teatral. El deseo sexual no lo motivaba en ese momento; solo quería descansar de todo. Pero sentía que le debía tanto a Valentino que eso era solo un capricho. Suspiró con fatiga, experimentando un profundo amor-odio por su trabajo, dramatizando cada gesto.

Cuando el bartender se acercó de nuevo, Angel dio su último trago al whisky y dejó el vaso en la barra, preparándose para levantarse con una expresión teatral de cansancio.

—¿Vas a seguir trabajando?—preguntó la voz grave del hombre—. No es que me importe, pero pareces cansado.

—Bueno, podría recargar las pilas pasando un rato agradable con algún chico sexy que esté dispuesto a pagar por mi compañía—respondió Angel, con una entonación coqueta y juguetona, como si estuviera en medio de un acto teatral.

Era parte de su naturaleza coqueta; no tenía la intención de insinuarse, y eso se notaba en cada gesto exagerado. Aún así, observó con curiosidad y asombro cómo el bartender rebuscaba en la caja registradora y colocaba sobre la barra una faja de billetes grandes, ampliando los ojos como si fuera una escena digna de un drama de Shakespeare.

—Te gusta dar señales confusas, ¿eh?—rió Angel, exagerando cada movimiento—Y te negaste a la oportunidad de un descuento, es...

—¡No!—lo interrumpió el hombre, su rostro mostrando un cierto desagrado, dramatizando cada palabra—. Quiero una compañía no sexual. No me va el sexo casual, ¿entiendes?

—Tienes frente a ti a la estrella porno más famosa del infierno ¿y desaprovechas una oportunidad única porque no te gusta el sexo casual?—alzó ambas cejas con teatralidad—. Wow, nunca creí oír algo como eso, pero lo respeto. Más o menos.

El otro se encogió de hombros. Realmente le importaba poco.

🕷

La risa profunda de Husk resonaba en la penumbra del local, invitando a Angel a unirse en un coro de complicidad. La noche, testigo silencioso de sus confidencias, se deslizaba lentamente mientras el pecador cerraba su bar. El aire fresco de la noche acariciaba sus rostros, susurrando secretos al viento.

Habían compartido palabras, más que simples palabras, historias entrelazadas con risas y confesiones. Un par de anécdotas vertidas como licor en la barra, revelando los entresijos de sus vidas nocturnas, los desafíos que Husk enfrentaba gracias a sus vicios.

La velada había sido una danza de complicidades. Una danza que, lamentablemente, pues el más joven debía regresar a casa.

Cuando Husk cerraba la puerta, un cambio en el ambiente se hizo palpable. Sus sentidos felinos se aguzaron, alertándolo de un peligro que se insinuaba desde las sombras. Esto se hizo claro cuando la larga cola emplumada del pecador se tenso, al igual que sus tiernas orejas peludas.

Ángeles Caídos|| Hazbin HotelWhere stories live. Discover now