Capítulo 1: Una reunion importante.

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Dedicación:
carmen_080705
Gracias por leerme.

En el instante en que puso un pie en el ardiente umbral del infierno, se encontró inmerso en el barrio caníbal, un lugar de macabra belleza encantadora en su siniestra gloria. Fue recibido con los brazos abiertos por una elegante dama vestida con atuendos que desafían la eternidad, hace ya varias décadas desde su caída. Su morada, un refugio de relativa calma en medio del caos infernal, era el rincón menos repugnante y sombrío de todo el abismo. El único que no olía a azufre y sangre, a pesar de que se comía carne humana diariamente.

El aire estaba impregnado con el dulce aroma de galletas de chocolate, y los transeúntes se movían con calma mientras salían del establecimiento, respetando el sagrado descanso de Rosie, un breve oasis de tranquilidad en su ajetreado día. A pesar de que la señorita tenía un gran estatus como una poderosa Overlord a cargo de todo un barrio de caníbales, llevaba una vida sencilla y medianamente tranquila como dueña de una pequeña tienda de ropa y postres. Colores cálidos y grisáceos adornaban las paredes y suelos de la tienda.

Alastor reposaba en un modesto sillón rojo, sus largas y delgadas piernas cruzadas con elegancia mientras saboreaba una taza de café con una calma exquisita, su sonrisa iluminando su rostro con una maligna serenidad. Rosie, su anfitriona en este reino de sombras, tomó asiento frente a él y alzó la segunda taza de café que reposaba sobre la pequeña mesa entre ambos, dispuesta a compartir un momento de camaradería en medio del tormento eterno.

A pesar de los años de convivencia, la existencia de Alastor seguía siendo un enigma, no solo para su compañera, sino para todo el infierno. Del hombre frente a ella, solo se conocía su nombre y su inquebrantable pasión por la radio. Sin embargo, su amiga tenía algunos pocos conocimientos adicionales. Como, por ejemplo, su abierta aversión hacia el Rey del Infierno, Lucifer. Aunque la curiosidad pudiera matarla nuevamente, nunca se había atrevido a escudriñar más allá. Ya que era común que algunos pecadores guardaran silencio sobre su vida anterior al infierno, y ella siempre había respetado ese derecho al misterio.

Después de todo, ella también tenía sus propios secretos.

En la radio se escuchaba una melodía de swing envuelta en el eco de gritos distorsionados que no perturbaban —o siquiera molestaban— al par de almas en tormento. Más bien, actuaban como si estuvieran inmersas en la más dulce de las sinfonías.

—¿Gritos nuevos, dices?—inquirió la mujer luego de darle un sorbo a su café—. ¿Qué habrás estado haciendo, querido?

Alastor agrandó su tétrica sonrisa. Adoraba a su amiga y su curiosidad, pero amaba más mantener en misterio que lo rodeaba como una nube de humo.

—¿Yo? Nada que se salga de lo común—respondió—. Un trato por aquí, otro por allá y de repente tenía tres almas más.

La mujer de ojos negros y cabello plateado soltó una delicada risita que contagió al demonio delante suyo.

—Siempre tan ocupado, a veces parece que debo concertar una cita si quiero tener una conversación conti...

La voz suave y modesta de la caníbal fue interrumpida por el sonido de la puerta siendo tocada. Suspiró con agotamiento. ¿Por qué interrumpirían su tan preciado descanso? Esperaba que se tratara de algo importante; de lo contrario, la infortunada visita se convertiría en pastel de carne y papa.

Ángeles Caídos|| Hazbin HotelTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon