Capítulo 13 - Kyoya

13 4 0
                                    

-... te gusto? - Era una pregunta muy estúpida de hacer, pero el pequeño animal igual asintió con rapidez, mordiendo con más ánimo de lo esperado.

Gokudera Hayato tenía agallas, arrebatándole el plato de rollos de canela y chocolate al pequeño animal en un dos por tres. Nada nuevo, por la actitud de ambos, pero Tsunayoshi igual se desinfló un poco en el sitio.

Hacer esto justo en frente de él… Si no fuera porque él hubiera hecho lo mismo para no ver al pequeño animal vomitar sus entrañas y convertir esta velada en un día miserable para él…

- Para más tarde, con otra cosa, ¿si? - ¿Uh?

Pedirle eso con una sonrisa y de esa forma, como si estuviera pidiendo permiso cuando no era así…

No lo golpeaba porque este chico había logrado conseguirle ropa nueva a Tsunayoshi y que se la pusiera voluntariamente. Incluyendo zapatos, un par de chaquetas y otro par de conjuntos a su insistencia. Las chaquetas aún no entendía cómo lo logró, porque Tsunayoshi no había soltado ese abrigo en años. Desde que se lo dio, y se lo dio porque lo encontró escondido dentro de la cocina de la escuela fuera de horas, temblando como una maraca. Era invierno.

Sabía que el verdadero Tsunayoshi estaba rondando en algún lado en ese tiempo, pero no esperó encontrarlo en ese lugar o en esa situación.

El invierno era una estación cruel. Para alguien que no tenía a dónde ir o dónde refugiarse más aún.

- ¿Qué sigue en la lista Mr. Batman? - Esta vez no se contuvo de buscar golpearlo. Lo esquivó, lastimosamente.

Y alguien se rió de su pequeña “pelea”.

Miró de nuevo al chico de pelo plateado. Qué tenía él, qué magia estaba usando, que él no y lograr tanto con Tsunayoshi…

Tenía años con el pequeño animal, y a lo mucho solo había podido que Tsunayoshi le aceptará comida, cuando aún quería comer, ese abrigo, porque tenía frío y luego jamás quería soltar, y refugio cuando no tenía a dónde ir. Y compañía, rara vez. Voluntariamente.

Y aquí estaba, viendo a Tsunayoshi comer, poco y bajo atenta vigilancia del otro chico, con ropa nueva, ropa nueva, zapatos nuevos e incluso chaqueta nueva.

Feliz. Reía, sonreía, estaba radiante. De cada rato venía a mostrarle algo, o simplemente a abrazarlo del brazo y sonreírle.

- ¿Te gustaría algo más? - Rara vez decía que sí, pero igual pregunto al pequeño animal. Al otro chico: - ¿Tiene juguetes? - Tsunayoshi no tenía 5, pero estaba casi seguro de que, por más que dijera que no o tratará de ocultarlo, ese deseo no se había ido.

Tsunayoshi le gustaba meterse con las cosas de su escritorio cuando creía que nadie lo estaba viendo. Llevaba años en eso. Sabiamente nadie había dicho palabra al respecto.

- ¿Mantas? - Estaba bien con las que tenía, en su opinión, pero quiénes sabía que necesitaba y que ya estaba resuelto era este chico.

Había logrado mucho. Más le valía no arruinarlo. Más le valía no arruinarlo.

El chico de pelo plateado sonrió de una forma que nadie, nadie, salía ileso. Desgraciadamente no le dio tiempo de morderlo hasta la muerte por tal atrevimiento gracias a unas palabras bien escogidas:

- Un buen celular o una consola le caería bien, y tal vez más peluches, si los quiere. - Y casi como quién no quiere la cosa: - No creo que Tsubasa te diga que no esta vez, solo miralo. - Tal sugerencia fue una trampa.

Tsunayoshi estaba mirando entre ambos, muy atento, parecía encontrar lo que pasaba divertido y exasperante. Debía serlo, porque había pasado por encima del pequeño animal-Hizo una doble toma al verse siendo víctima de ojos como cordero y sabía, solo sabía, que lo que busco por años estaba dando frutos ahora.

Overconfidence EffectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora