Capítulo 11 - Hayato

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- Takeshi no me haría caso. - Tsubasa le comento en voz muy baja una vez que el otro idiota se fue, una sonrisa muy triste en su rostro. - Y no sé usar el teléfono muy bien. - Un lamento, un lamento en toda regla.

- No, no, no pasa nada. - Había venido por ellos. ¿Qué más que eso? - Tsu-

- ¿Me tienes miedo? - Volvió a mirarlo, y no se le seria una sorpresa si de verdad pudiera ver su alma. - Estás temblando mucho. - Ambos sabían que eso era una mentira.

- ¿Tienes idea de lo que eres? - Tsubasa le ladeo la cabeza y con eso sabía perfectamente que no, que no sabía nada.

Había venido directamente. Había llegado a este estado por ellos. Había... no, no, no ahora.

- ¿No? - Y no le importaba, para variar. - ¿Es malo? - Gracias a esta pregunta recordó con quien estaba tratando.

No sabía que Tsubasa estaba tenso hasta que lo tomó de una mano para revisar sus nudillos, solo porque automáticamente se relajo y con ello vino otro problema. Maldijo internamente por varias razones, la principal siendo que olvidó por completo que algo como esto venia con consecuencias.

- No duele. - Mentira, pero apreciaba el intento de no preocuparlo.

A pesar de toda la precisión, era más que obvio que Tsubasa nunca había golpeado a alguien en su vida. Tenía trabajo que hacer, pero primero:

- ¿Quieres que te lleve? - Tsubasa no pesaba nada, nada. Llevarlo en su espalda no sería un problema, y si con eso se relajaba y dormía mejor. Esto iba a pasar factura.

Además, necesitaba tiempo para pensar, necesitaba algo de tiempo...

- ¿Por favor? - A quien no le gustaba pedir, a quien no le gustaba decir las cosas que le pasaban...

Ver a alguien llevarse las manos a los ojos y medio cabecear era toda señal necesaria de que alguien estaba cansado, tenía sueño, y lo mejor sería que fuera a la cama. Por ello no lo pensó dos veces antes de ofrecer y, minutos más tarde, no fue sorprendido de que nadie le respondiera nada. La fiebre, por otro lado, no debió de haber sido una sorpresa, ni el malestar que parecía tener.

Lo último que alguna vez hubiera pensado ver...

•°•°•°•°•°•

Con las manos en el pelo, mirando a la mesa, solo tenía una cosa en la mente. Y lo que ello conllevaba y lo que estos podían desencadenarse. Lo cual era un montón que se multiplicaban como conejos. Eso, o era su propia mente que estaba yendo mucho más lejos debido a su propia ansiedad y a preocupaciones justificadas y no justificadas.

Un poseedor de llamas del cielo. Eso, por si solo, era raro. Jamás había visto uno, jamás pensó ver uno a estas alturas de su vida, pero siempre quiso conocer a uno. Los cielos eran conocidos por atraer otros elementos, y sería decir una mentira que no tenía esa esperanza infantil de pertenecer a uno de esos círculos, lo cual era una clave segura para permanecer, posiblemente de forma permanente, en una familia.

Cualquier familia quisiera tener a un usuario de las llamas del cielo, y no necesariamente por las buenas. Eran raros, especiales y poderosos. Mayormente eran influyentes, y con ello poderosos dependiendo en donde se desenvolvieran. Quizás no era el elemento más fuerte, pero tampoco era el más débil. La fuerza física o la pureza de la llama eran lo de menos, pero sin duda alguna aumentaban exponencialmente el valor de la persona que poseyera tales flamas.

Y Tsubasa tenía llamas del cielo, unas de alta pureza.

No era un experto en el tema, pero no necesitaba serlo para darse cuenta. Si lo fuera, sabría que tanto era la pureza. Eso, lo quisiera o no, lo descubriría después. Mentiría si dijera que no quería saber, porque lo que vio era impresionante. Matarían por alguien como Tsubasa, no tenía duda alguna que lo cazarían para luego... entrenarlo, adiestrarlo y moldearlo en algo que ellos quisieran. No sería la primera ni la última vez que esto pasara.

Overconfidence EffectМесто, где живут истории. Откройте их для себя